El 7 de octubre de 1571, Occidente fue liberado de la amenaza turca por la victoria de Lepanto, que se atribuyó a la recitación del Rosario. Hoy, no estamos invitados a conmemorar un acontecimiento lejano, sino a descubrir el lugar de María en el misterio de la salvación y a saludar a la Santa Madre de Dios como lo hizo el ángel Gabriel: ¡Ave María!
El Papa san Pío V instituyó esta fiesta.