NUESTRA SEÑORA DE APARECIDA, PATRONA DE BRASIL

Hace 300 años, el 12 de octubre…

Al amanecer del 12 de octubre de 1717, tres pescadores brasileños impulsaron su barca en las aguas del río Paraiba, que corría junto a su aldea. Tenían el encargo de abastecer de pescado el banquete que tendría lugar al día siguiente, en el pueblo de Guaratinguetá, con ocasión de la visita del conde de Asumar, don Pedro de Almeida y de Portugal, gobernador de la provincia de San Pablo y Minas Gerais, en su viaje hacia Villa Rica.

Domingos García, Felipe Pedroso y Joao Alves -así se llamaban los tres pescadores- no parecían tener suerte aquella mañana: durante horas echaron las redes sin pescar nada. Estaban a punto de renunciar, cuando Joao Alves quiso hacer un último intento.

Echó entonces en las aguas del río su red y lentamente tiró de ella. Había algo, pero no eran peces… parecía más bien un trozo de madera. Cuando lo liberó de la malla, el leño resultó ser una talla de la Virgen María, a la que le faltaba la cabeza.

La pesca milagrosa

Joao echó de nuevo la red al agua, y esta vez encontró prendido en ella otro trozo de madera de forma redondeada, que parecía la cabeza de la estatua: probó a poner las dos piezas juntas y vio que encajaban perfectamente. Como obedeciendo a un impulso, Joao Alves echó una vez más la red al agua y cuando intentó tirar de ella,  percibió que no podía con la red, porque estaba llena de peces. Sus compañeros echaron también las redes al agua y la pesca de aquel día fue verdaderamente abundante.

La veneración popular

Al día siguiente, los tres pescadores fijaron las dos piezas de la estatua, la limpiaron de los detritos del río y Felipe Pedroso la colocó en su humilde cabaña. En poco tiempo, la noticia de la pesca milagrosa se difundió entre los pueblos vecinos, y cada tarde, un grupo siempre mayor de humildes pescadores se acercaba a rendir homenaje a la imagen de la Virgen María y a rezar el rosario. Los pescadores dieron a la imagen el nombre de “Aparecida”. Con el tiempo, la multitud no cabía ya en la cabaña del pescador, y por ello se hizo construir la primera capilla, y después, en 1737, una todavía más grande. Son muchos los testimonios de gracias y milagros que tuvieron lugar en este santuario.

La nueva iglesia

En 1846 comenzaron los trabajos de construcción de una nueva iglesia que fue completada en 1888, adonde la talla fue transferida. En 1904, la imagen fue coronada por orden del Papa Pío X. En 1909, la iglesia fue elevada a basílica menor; y en 1930, Pío XI la promovió como Basílica, declarando Nuestra Señora de Aparecida, patrona de Brasil.

El primer Papa en el Santuario de Aparecida

Fue Juan Pablo II, en 1980, el primer Papa en visitar el Santuario de Aparecida; durante su peregrinación apostólica dijo: “¿Qué buscaban  los antiguos peregrinos? ¿qué buscan los peregrinos de hoy? Lo mismo que buscaban el día, más o menos lejano, del bautismo: la fe y los medios para alimentarla. Buscan los sacramentos de la Iglesia, sobre todo la reconciliación con Dios y el alimento eucarístico. Y se van fortificados y agradecidos a la Señora, Madre de Dios y nuestra”.

Aparecida en la actualidad

En mayo de 2007, tuvo lugar en Aparecida, Brasil, la V Conferencia General del Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe (CELAM). En dicha conferencia el Papa Francisco, entonces Cardenal Bergoglio, tuvo un papel fundamental en la elaboración del “Documento Final de Aparecida”, un instrumento que ofrece oportunidades, sugerencias, diagnósticos y aportes para promover los cambios que lleven a una nueva realidad social en Latinoamérica, basada en la dignidad del ser humano y la justicia.

«El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó» (Apoc. 21,4)

LAS HERMANAS DEJESÚS POBRE, NOPODEMO SER INDIFERENTES AL SUFRIMIENTO DE LOS  HERMANOS Y HERMANAS QUE SUFREN, COMO JESÚS NOS ENSEÑA A CADA INSTANTE.

REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE ESTE FIN DE SEMANA

P. Ricardo – 22/6/2025

REFLEXIONES VARIAS

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I SÍNODO ARQUIDIOCESANO – DOCUMENTO FINAL

3 MINUTOS DE RETIRO

MENSAJES DIARIOS DEL PAPA LEÓN XIV

22/6/2025

Cristo es la respuesta de Dios al hambre del hombre, porque su cuerpo es el pan de la vida eterna. Cuando nos alimentamos de Jesús, pan vivo y verdadero, vivimos para Él. Ofreciéndose sin reservas, el Crucificado Resucitado se entrega a nosotros, y de este modo descubrimos que hemos sido hechos para nutrirnos de Dios.

La guerra no resuelve los problemas, sino que los amplifica y produce heridas profundas en la historia de los pueblos, que tardan generaciones en cicatrizar. Ninguna victoria armada podrá compensar el dolor de las madres, el miedo de los niños, el futuro robado. ¡Que la diplomacia haga callar las armas! ¡Que las naciones tracen su futuro con obras de paz, no con la violencia ni conflictos sangrientos!

Hoy más que nunca, la humanidad clama y pide la paz. Es un grito que exige responsabilidad y razón, y no debe ser sofocado por el estruendo de las armas ni por las palabras retóricas que incitan al conflicto. Todo miembro de la comunidad internacional tiene la responsabilidad moral de detener la tragedia de la guerra, antes de que se convierta en una vorágine irreparable. No existen conflictos “lejanos” cuando está en juego la dignidad humana.

Continúan llegando noticias alarmantes desde Oriente Medio, sobre todo desde Irán. En este escenario dramático, que incluye a Israel y Palestina, corre el riesgo de caer en el olvido el sufrimiento diario de la población, especialmente de Gaza y los demás territorios, donde la necesidad de una ayuda humanitaria adecuada es cada vez más urgente.

En la Eucaristía el Señor acoge, santifica y bendice el pan y el vino que ponemos en el altar, junto con la ofrenda de nuestra vida, y los transforma en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sacrificio de amor para la salvación del mundo. Dios se une a nosotros acogiendo con alegría lo que le presentamos y nos invita a unirnos a Él recibiendo y compartiendo con igual alegría su don de amor.

En muchos países se celebra la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, el Corpus Domini, y el Evangelio De Hoy narra el milagro de los panes y los peces (Lc 9,11-17). Más allá del prodigio, el milagro es un “signo”, y nos recuerda que los dones de Dios, incluso los más pequeños, crecen más cuanto más se comparten.

INTENCIONES DEL PAPA

El Papa León XIV nos invita a profundizar nuestra relación personal con Jesús y a aprender de su Corazón la compasión por el mundo.