
El padre Montalbo y el primer templo a la Virgen
Algún tiempo después, Doña Ana decidió comenzar la construcción de una capilla a Nuestra Señora, en un territorio de su propiedad distante cuatro cuadras de su misma vivienda, poniendo como condición que jamás se moviese la imagen de dicho territorio.
Por el año 1677 se empezó la obra de la nueva capilla.
Por el año 1684 sucedió que don Pedro Montalbo, presbítero de Buenos Aires, enfermó gravemente. En su angustia, decidió venir a visitar a Nuestra Señora de Luján con el desafío de vivir o morir en su compañía. Una legua antes de llegar a la vivienda de doña Ana, le apretó de tal manera el ahogo que lo tuvieron por muerto los compañeros. Llevándolo como pudieron y el negro Manuel viéndolo en ese estado letal, le ungió el pecho con el aceite de la lámpara, y con esto volvió en sí. Luego le dijo que tuviese fe en que había de sanar perfectamente de su enfermedad, porque su Ama (así llamaba a la Virgen) lo quería para primer capellán.
Luego echó mano de algunos de aquellos cadillos y abrojos que solía guardar cuando los despegaba del vestido de la Imagen mezclados con una poca de tierra del barro que acudía de sus bordes, y con ellos hizo una especie de té. Dio a beber al enfermo en nombre de la Santísima Virgen, y con sólo este remedio quedó libre de sus ahogos y enteramente sano.
Madre de Luján, te pedimos que los enfermos que se confían a tu cuidado no se vean abandonados y que encuentren bajo tu manto y ungidos con tu amor la salud espiritual y corporal.
Señor Dios, que para mostrarnos tu gran amor
quisiste que Nuestra Señora de Luján
se quedará con nosotros para siempre
como Madre de este pueblo argentino,
te pedimos que junto a ella,
podamos vivir cada vez más unidos como hermanos,
amparados bajo su manto
y encontrando en sus manos alivio y fortaleza.