
En este segundo día de la novena los invitamos a contemplar el relato del milagro como fue que nuestra Madre quiso quedarse con nosotros.
“Al día siguiente por la mañana, la caravana trató de continuar su viaje, pero cuando estaban listos para tirar del carretón, los bueyes, por más que tiraban, no podían moverlo ni un paso. Admirados los que por allí andaban se preguntaron ¿qué carga traía? Esta era la misma de los días anteriores, en que habían andado sin la menor dificultad, porque no era muy pesada. Alguien dijo: “vienen aquí también dos cajones con dos bultos de la Virgen, que viajan para la capilla nueva de Sumampa”.
Ante este misterio uno de los que estaban dijo al jefe de la caravana: “Señor saque del carretón uno de estos cajones, y observemos si camina”, así se hizo, pero por más que tiraban los bueyes, el carretón no se movía. Al cambiar los cajones, quitaron el cajón que había quedado y cargaron el que se había sacado, fue entonces cuando tiraron los bueyes, y el carretón se movió sin dificultad.
Todos entendieron este signo como un designio de la divina Providencia, que la imagen de la Virgen encerrada en aquel cajón se quedase en aquel paraje, prosiguiendo la otra a su destino.
Cuando se abrió el cajón, se encontró una imagen de la Purísima Concepción con las manos juntas ante el pecho, ángeles a sus pies y con su ropa cubierta de estrellas.
Virgencita, que milagrosamente te quedaste con nosotros para siempre, te pedimos que nos ayudes a salir siempre al encuentro de los hermanos que más necesitan de tu compañía en sus vidas.
Señor Dios, que para mostrarnos tu gran amor
quisiste que Nuestra Señora de Luján
se quedará con nosotros para siempre
como Madre de este pueblo argentino,
te pedimos que junto a ella,
podamos vivir cada vez más unidos como hermanos,
amparados bajo su manto
y encontrando en sus manos alivio y fortaleza.