NO SE PUEDE VIVIR SIN ORACIÓN

En la Biblia se afirma claramente la necesidad de la oración, ¡de la verdadera oración! En el Antiguo Testamento hay sobre todos dos episodios que ponen muy bien de manifiesto el gigantesco poder de la oración.

El primero está ambientado alrededor de los robles de Mamre. Abrahán acaba de hospedar a tres personajes misteriosos y ha recibido el anuncio de que dentro de un año será padre de un niño… largamente esperado. El clima está lleno de misterio, pero también lleno de luz: en realidad, cada encuentro con Dios es así. Esta es la escena de la oración audaz e insistente:

«Los hombres se levantaron de allí y miraron hacia Sodoma. Abrahán los acompañaba para despedirlos. El Señor pensó: “¿Puedo ocultarle a Abrahán lo que voy a hacer? Abrahán se convertirá en un pueblo grande y numeroso, y en él se bendecirán todos los pueblos de la tierra”».

(Gen 18,16-18)

Dios confía a Abrahán que el pecado pesa sobre el destino de dos ciudades, hasta tal punto que tiene pensado destruirlas. Abrahán siente un estremecimiento de solidaridad hacia las dos ciudades y al mismo tiempo siente que puede llamar al corazón de los “tres misteriosos personajes”:

«Abrahán se acercó y le dijo: “¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás el lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de toda la tierra, ¿no hará justicia?”».

(Gen 18,23-25)

La verdadera oración nos hace entrar en el corazón de Dios y, por lo tanto, puede permitirse ser audaz e insistente. Por este motivo, Abrahán no pierde el ánimo y desciende el número a cuarenta personas, a treinta, a veinte y la respuesta es: «En atención a los veinte, no la destruiré» (Gen 18,31). Abrahán tiene un momento de duda, pero a continuación, con la fuerza de la fe, se atreve a decir:

«Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más: ¿Y si se encuentran diez?». Contestó el Señor: «En atención a los diez, no la destruiré».

(Gen 18,32)

Desgraciadamente, tampoco hubo diez justos. Pero permanece intacto el significado del relato: la oración
es diálogo; la oración es iniciativa de amor; la oración es atrevimiento; la oración es la puerta que nos introduce en el Corazón de Dios y en el mismísimo misterio de sus decisiones.

¡Oh, si rezáramos de verdad! Juan Pablo I, en una de las pocas catequesis que el Señor le concedió dar, con el candor que era propio en él, exclamó: «¡Perdemos muchas batallas porque rezamos poco!». La Biblia le da ampliamente razón.

Apuntes para la Oración Vol.1
Dicasterio para la evangelización

«El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó» (Apoc. 21,4)

LAS HERMANAS DEJESÚS POBRE, NOPODEMO SER INDIFERENTES AL SUFRIMIENTO DE LOS  HERMANOS Y HERMANAS QUE SUFREN, COMO JESÚS NOS ENSEÑA A CADA INSTANTE.

REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE ESTE FIN DE SEMANA

P. Ricardo – 22/6/2025

REFLEXIONES VARIAS

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MENSAJES DIARIOS DEL PAPA LEÓN XIV

22/6/2025

Cristo es la respuesta de Dios al hambre del hombre, porque su cuerpo es el pan de la vida eterna. Cuando nos alimentamos de Jesús, pan vivo y verdadero, vivimos para Él. Ofreciéndose sin reservas, el Crucificado Resucitado se entrega a nosotros, y de este modo descubrimos que hemos sido hechos para nutrirnos de Dios.

La guerra no resuelve los problemas, sino que los amplifica y produce heridas profundas en la historia de los pueblos, que tardan generaciones en cicatrizar. Ninguna victoria armada podrá compensar el dolor de las madres, el miedo de los niños, el futuro robado. ¡Que la diplomacia haga callar las armas! ¡Que las naciones tracen su futuro con obras de paz, no con la violencia ni conflictos sangrientos!

Hoy más que nunca, la humanidad clama y pide la paz. Es un grito que exige responsabilidad y razón, y no debe ser sofocado por el estruendo de las armas ni por las palabras retóricas que incitan al conflicto. Todo miembro de la comunidad internacional tiene la responsabilidad moral de detener la tragedia de la guerra, antes de que se convierta en una vorágine irreparable. No existen conflictos “lejanos” cuando está en juego la dignidad humana.

Continúan llegando noticias alarmantes desde Oriente Medio, sobre todo desde Irán. En este escenario dramático, que incluye a Israel y Palestina, corre el riesgo de caer en el olvido el sufrimiento diario de la población, especialmente de Gaza y los demás territorios, donde la necesidad de una ayuda humanitaria adecuada es cada vez más urgente.

En la Eucaristía el Señor acoge, santifica y bendice el pan y el vino que ponemos en el altar, junto con la ofrenda de nuestra vida, y los transforma en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sacrificio de amor para la salvación del mundo. Dios se une a nosotros acogiendo con alegría lo que le presentamos y nos invita a unirnos a Él recibiendo y compartiendo con igual alegría su don de amor.

En muchos países se celebra la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, el Corpus Domini, y el Evangelio De Hoy narra el milagro de los panes y los peces (Lc 9,11-17). Más allá del prodigio, el milagro es un “signo”, y nos recuerda que los dones de Dios, incluso los más pequeños, crecen más cuanto más se comparten.

INTENCIONES DEL PAPA

El Papa León XIV nos invita a profundizar nuestra relación personal con Jesús y a aprender de su Corazón la compasión por el mundo.