NOVENA A LA VIRGEN DE LUJÁN – DÍA 3
En este tercer día de la novena, siguiendo con la narración de la historia de la Virgen de Luján, los invitamos a contemplar la figura de uno de los principales protagonistas de esta historia, el Negro Manuel.
¿Dinos, Manuel, que has visto y oído? ¿Qué han tocado tus manos? ¿Qué ha palpitado tu corazón?
Poco tiempo después de lo sucedido con los carretones, a corta distancia de la estancia de Don Rosendo, se levantó una pequeña capilla, y se destinó un negrito llamado Manuel, natural de Angola, de rara candidez y simplicidad, para que cuidara del culto de la Santa Imagen particularmente de la lámpara que la iluminaba y que ardía incesantemente. El Negro cumplió el ministerio de sacristán con suma abnegación a lo largo de cincuenta y cuatro largos años, considerándose, según se lo había dicho su primitivo amo, como afirma el cronista Antonio Oliver, “pertenecer a la Virgen, y que no tenía otro amo a quien servir más que a la Virgen Santísima”. Fue así que desde aquel instante el Negro Manuel se convirtió en esclavo donado a su exclusivo servicio, profundo convencimiento que lo llevó a repetir sin claudicar: “Soy de la Virgen no más”.
Con el correr del tiempo el Negro Manuel pasó a ser propiedad de los herederos de su primitivo dueño Bernabé González Filiano los esposos Pedro Gutiérrez de Garcés y Catalina Páez Clavijo (Trigueros), quienes pretendieron llevarlo a Buenos Aires, arrancándolo de al lado de la Virgen de Luján; y por considerarse esclavo de Ella inició un pleito y litigio ante la Audiencia de Buenos Aires para ser declarado como tal, sosteniendo en su defensa “ser de la Virgen nomás”, y que su antiguo amo le había dicho varias veces que lo había entregado al servicio de la Santa Imagen, en calidad de donado a Ella para siempre.
El pleito concluyó en 1674, cuando Ana de Matos saldó una deuda de cien pesos, y el pueblo de Luján, mediante colecta pública, compró al Negro Manuel en la suma de doscientos cincuenta pesos. De esta manera, pudo continuar su obra de piedad mariana y el culto de la Santa Imagen sin contar ya con amo humano alguno, en el oratorio y capilla levantados en aquel paraje, que con el correr del tiempo se convirtió en la “Villa de Luján”, cuya fundación se le atribuye a la misma Santísima Virgen. Tal como lo expresa la rayera que adorna la Imagen: “Es la Virgen de Luján la primera fundadora de esta Villa”.
Oración
Padre bueno, vos que sembraste en el corazón humano un enorme anhelo de libertad, aumenta en nosotros la luz de la esperanza, para que lleguemos algún día, como tu siervo el Negro Manuel, a ser totalmente libres, con el corazón anclados en el corazón de la Virgen de Luján, quedando libres de todas las formas actuales de esclavitud, amén.
Ave María.
Nuestra Señora de Luján. Ruega por nosotros