JORNADA DE LUCHA CONTRA LA DROGADICCIÓN

26 de junio

Día internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas

“Ve y haz tú lo mismo” (Lc, 10, 25-37)

Este lunes 26 de junio se conmemora el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, establecido por las Naciones Unidas para recordar, concientizar y trabajar sobre esta problemática que afecta a todos los pueblos del mundo.

Quienes trabajamos en la Pastoral de Adicciones en la Iglesia argentina, siendo «Iglesia en Salida» como nos pide el Papa Francisco, yendo al encuentro de nuestros jóvenes lastimados, recorriendo calles y esquinas para abrazar «la vida como viene», poniendo el cuerpo y animando a que “se descubran familia” en nuestros espacios eclesiales, comprobamos a lo largo y ancho de nuestra Patria la tragedia cotidiana que avanza en espiral: la droga mata.

Proponemos un camino de fe vivida en comunidad, un camino en el que la salvación y la liberación de la esclavitud de las drogas no es de a uno porque nadie se salva solo.

Desde hace muchos años somos conscientes como Comisión de la necesidad de asumir los compromisos que conlleva enfrentar los desafíos que presenta el consumo de drogas. Por eso insistimos en:

  • desnaturalizar el consumo, porque la droga mata siempre;
  • combatir la apatía, la insensibilidad y la indiferencia, porque la droga es un problema de todos;
  • gritar y clamar con vehemencia y desesperación “¡Ni un pibe menos por la droga!” porque la droga mata en el centro de nuestras ciudades, pero sobre todo en la periferia de nuestros barrios donde nuestros pibes y pibas pobres están en riesgo permanente;
  • decir NO a la despenalización de la droga porque la realidad misma nos confirma que la droga mata siempre, particularmente a los más vulnerables.

Nuestra denuncia profética frente a lo que la droga genera en nuestros jóvenes desde el accionar de los mercaderes de la muerte en nuestros barrios, muchas veces ha llevado a que muchos agentes pastorales vivan hasta el extremo este compromiso y servicio generoso, sufriendo amenazas —incluso de muerte— y atropellos como tantos que hicieron de su vida una entrega martirial de amor.

Que quienes encarnan los gobiernos —cada uno a su tiempo—  vean en nuestras propuestas inspiración y profecía, depende de nuestro testimonio cotidiano y de nuestra capacidad de diálogo con los estamentos estatales polivinculados a esta problemática.

Sabemos que cuando ponemos en el centro de nuestras preocupaciones al ser humano, todo es posible y tiene sentido porque crece una vida plena para todos y todas, abrazando, conteniendo y ayudando a quien sufre.

El mismo Jesús nos habla desde la Parábola del Buen Samaritano, y nos dice amorosamente cómo proceder ante situaciones de tanto dolor, abandono y miserias humanas.

Curemos las heridas.

Cubrámoslas con el aceite que alivia con nuestras propias manos.

Devolvamos la esperanza a nuestros hermanos y hermanas maltrechos a orillas del camino.

 “Ve y haz tú lo mismo…”

Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia
Comisión Episcopal de Pastoral Social
Conferencia Episcopal Argentina

«El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó» (Apoc. 21,4)

LAS HERMANAS DEJESÚS POBRE, NOPODEMO SER INDIFERENTES AL SUFRIMIENTO DE LOS  HERMANOS Y HERMANAS QUE SUFREN, COMO JESÚS NOS ENSEÑA A CADA INSTANTE.

REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE ESTE FIN DE SEMANA

P. Ricardo – 22/6/2025

REFLEXIONES VARIAS

AGENDA

DÍAS Y HORARIOS

Secretaría:
Miércoles y Viernes: 15:30 a 18:00 hs
Cáritas:
Martes y viernes de 15:00 a 17:30 hs
Misas en la Parroquia:
Miércoles a Sábados: 18.30 hs
Domingos: 10 hs

I SÍNODO ARQUIDIOCESANO – DOCUMENTO FINAL

3 MINUTOS DE RETIRO

MENSAJES DIARIOS DEL PAPA LEÓN XIV

22/6/2025

Cristo es la respuesta de Dios al hambre del hombre, porque su cuerpo es el pan de la vida eterna. Cuando nos alimentamos de Jesús, pan vivo y verdadero, vivimos para Él. Ofreciéndose sin reservas, el Crucificado Resucitado se entrega a nosotros, y de este modo descubrimos que hemos sido hechos para nutrirnos de Dios.

La guerra no resuelve los problemas, sino que los amplifica y produce heridas profundas en la historia de los pueblos, que tardan generaciones en cicatrizar. Ninguna victoria armada podrá compensar el dolor de las madres, el miedo de los niños, el futuro robado. ¡Que la diplomacia haga callar las armas! ¡Que las naciones tracen su futuro con obras de paz, no con la violencia ni conflictos sangrientos!

Hoy más que nunca, la humanidad clama y pide la paz. Es un grito que exige responsabilidad y razón, y no debe ser sofocado por el estruendo de las armas ni por las palabras retóricas que incitan al conflicto. Todo miembro de la comunidad internacional tiene la responsabilidad moral de detener la tragedia de la guerra, antes de que se convierta en una vorágine irreparable. No existen conflictos “lejanos” cuando está en juego la dignidad humana.

Continúan llegando noticias alarmantes desde Oriente Medio, sobre todo desde Irán. En este escenario dramático, que incluye a Israel y Palestina, corre el riesgo de caer en el olvido el sufrimiento diario de la población, especialmente de Gaza y los demás territorios, donde la necesidad de una ayuda humanitaria adecuada es cada vez más urgente.

En la Eucaristía el Señor acoge, santifica y bendice el pan y el vino que ponemos en el altar, junto con la ofrenda de nuestra vida, y los transforma en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sacrificio de amor para la salvación del mundo. Dios se une a nosotros acogiendo con alegría lo que le presentamos y nos invita a unirnos a Él recibiendo y compartiendo con igual alegría su don de amor.

En muchos países se celebra la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, el Corpus Domini, y el Evangelio De Hoy narra el milagro de los panes y los peces (Lc 9,11-17). Más allá del prodigio, el milagro es un “signo”, y nos recuerda que los dones de Dios, incluso los más pequeños, crecen más cuanto más se comparten.

INTENCIONES DEL PAPA

El Papa León XIV nos invita a profundizar nuestra relación personal con Jesús y a aprender de su Corazón la compasión por el mundo.