Aunque nuestras oraciones fueran solamente balbuceos,
si se vieran comprometidas por una fe vacilante,
nunca debemos dejar de confiar en Él.
Yo no sé rezar, pero Él reza por mí.
Sostenidas por la oración de Jesús,
nuestras tímidas oraciones
se apoyan en alas de águila
y suben al cielo.
No os olvidéis:
Jesús está rezando por mí — ¿Ahora? — Ahora.
En el momento de la prueba,
en el momento del pecado, incluso en ese momento,
Jesús está rezando por mí con tanto amor.
Papa Francisco,
2 de junio de 2021