HISTORIA LAUDATO SI’

Brasil: la responsabilidad de la creación a lo largo del Paranapanema.

Un grupo de voluntarios de la pequeña ciudad de Timburi, en el Estado brasileño de San Pablo, repite el trabajo de limpieza desde el 2009, a pesar de que el río Paranapanema es el menos contaminado de la zona. Las acciones locales para salvaguardar la casa común, aplicando los principios de Laudato si’, tratan de despertar la responsabilidad de todos para el cuidado de la creación. Almir Minozi cree en el impacto global de este tipo de iniciativas: es fundamental, dice, «ser consciente de la importancia de preservar la Amazonía», aunque esté a más de 2 mil kilómetros de Timburi, «salvaguardando el medio ambiente en el que se vive»

Los brasileños de esta historia recuerdan a los pescadores de San Benedetto del Tronto mencionados por el Papa durante una audiencia general en septiembre pasado, cuando el Pontífice recordó al grupo de trabajadores que había recibido unos meses antes e informó acerca de cómo estas personas habían conseguido retirar «24 toneladas de residuos del mar, la mitad de los cuales eran de plástico». «Tienen el espíritu de pescar», había añadido el Papa, «pero también de recuperar los desperdicios», sacándolos «del agua» para «limpiar el mar». Francisco volvía en aquella ocasión a los encuentros de los miércoles con los fieles, después de que las audiencias públicas se suspendieran debido a la pandemia de Covid-19.

Esa catequesis sobre la solidaridad con la tierra y la salvaguarda de la casa común también fue asumida por aquellos que, durante más de una década, en Brasil, han formado un grupo de voluntarios para limpiar el río Paranapanema. «El Paranapanema es un río aún no contaminado, gracias a Dios. ¿Entonces por qué estamos tratando de limpiarlo? Para concienciar a la población de la importancia de tener un río con agua limpia para la supervivencia, la pesca deportiva y los deportes acuáticos», dice Almir Fernando Zanforlin Minozi, el promotor de este trabajo de limpieza. También es un animador Laudato si’ del Movimiento Católico Mundial por el Clima y forma parte de la Comunidad Misionera de Villaregia, fundada en Italia y presente hoy en muchos países de África y de América Latina.

Desde el 2009, Almir trata de movilizar a su comunidad, reuniendo a los colegas del trabajo, los pescadores de la región y los colaboradores de las Iglesias para limpiar las orillas y el mismo río, recoger la basura acumulada y enviar el material a la cooperativa de reciclaje de la pequeña ciudad de Timburi, en el Estado de San Pablo, que tiene unos 3.000 habitantes.

Desde Timburi parte la conciencia global

Situada a 364 km de la capital del Estado, San Pablo, Timburi se encuentra entre los dos ríos más importantes de la región, el Itarararé y el Paranapanema. Debido a la presencia de tanta agua, la ciudad ha sido sede durante los años de la «Maratón acuática de aguas libres», uno de los eventos más importantes de este deporte en América Latina. Las bellezas naturales locales también contribuyen al crecimiento del turismo y las actividades de ocio, así como a la pesca profesional y deportiva. La cuenca del Paranapanema cubre más de 200 municipios.

«El río Paranapanema es muy importante para nosotros porque se origina aquí en la frontera de los Estados de San Pablo y Paraná, luego va hacia la cuenca del Plata en Uruguay. Así que es un río muy extenso y muy importante para nuestra región». El río, por lo tanto, es un divisor natural entre los Estados. El nombre proviene de la lengua «Tupi», hoy extinguida, pero hablada por tribus que vivían en las costas del país en el siglo XVI y que se extendieron en la época del colonialismo. Paranapanema significa «río malo, desafortunado», ya que está compuesto por «paraná», que significa río, y «panema» que quiere decir malo, desafortunado. Sin embargo, este río parece tener mucha suerte, porque es el menos contaminado del Estado de San Pablo: fluye por una extensión total de 929 kilómetros, genera potencial energético con sus 11 presas y sus orillas y desemboca en el río Paraná, en el punto triple entre los Estados de Paraná, San Pablo y Mato Grosso do Sul.

El trabajo de limpieza

Para preservar este patrimonio ambiental, en junio de cada año los voluntarios de la sociedad civil se reúnen en Timburi para hacer trabajos de limpieza. Este año, sin embargo, debido a las restricciones de la pandemia, la acción tuvo lugar en septiembre, un mes internacional dedicado a la limpieza de la costa, durante el Tiempo de Creación y con motivo de las celebraciones por los 5 años de la Laudato si’ del Papa Francisco. La limpieza se lleva a cabo mediante 10 barcas que se distribuyen en un radio de 3 kilómetros, cerca de un campo municipal y en las orillas del río hasta la frontera con los otros municipios.

Esta obra responde a la invitación del Papa Francisco a pensar, incluso en tiempos de crisis, en las necesidades del prójimo y de la casa común, despertando – como lo recordó en la audiencia general de septiembre – «una solidaridad guiada por la fe» que nos permite traducir el amor de Dios «tejiendo comunidades y apoyando procesos de crecimiento verdaderamente humanos y sólidos». Una solidaridad, dijo el Pontífice el 27 de marzo pasado durante el extraordinario Momento de oración en tiempo de pandemia, capaz de «dar solidez, apoyo y sentido a estas horas en las que todo parece naufragar».

La contaminación de las aguas

Los héroes de esta aventura de limpieza acuática se las arreglan para recoger una gran variedad de materiales y desechos industriales, como contenedores de plástico, botellas de Pet, latas, materiales de poliestireno, neumáticos, pero también zapatos, inodoros e incluso estufas. «Salimos en unos pocos botes, cada uno con dos o tres personas caminando un tramo y buscando toda la contaminación del agua. Luego llevamos todo a un cierto lugar y ahí viene el camión de reciclaje que carga el material. A menudo impartimos algunas lecciones o hacemos educación ambiental. Durante varios años hemos estado haciendo este trabajo, a veces en colaboración con la Iglesia católica y también con la Iglesia evangélica de nuestra ciudad».

La reforestación

Además del grupo de trabajo de limpieza que este año recogió unos 500 kg de residuos, una segunda acción del grupo, de educación ambiental, es la de las nuevas plantaciones. La reforestación tiene por objeto preservar el bosque atlántico local y contribuye a la biodiversidad y al equilibrio ecológico.

Almir, Animador Laudato si’, se ocupa de las nuevas plantaciones

La relación en Timburi entre los cristianos y el medio ambiente es estrecha y respeta el cuidado de la creación. La limpieza de los ríos es una forma importante de proteger a las personas y al planeta. Según el informe oficial del Tiempo de la Creación 2020, el 71% de la superficie de la Tierra está cubierta de agua: la contaminación y los residuos pueden tener un efecto devastador en muchas especies – incluidos los seres humanos – que dependen del agua limpia.

Según Almir, incluso la acción local puede tener un impacto global porque «todos somos responsables»: es esencial «ser conscientes de la importancia de preservar la Amazonía», aunque esté a más de 2 mil kilómetros de Timburi, «salvaguardando el medio ambiente en el que vivimos». Todo está interconectado, recuerda el animador Laudato si’, citando la encíclica del Papa Francisco: «la crisis ecológica – repite – es también una crisis ética y social, fruto de nuestro estilo de vida consumista», que afecta especialmente a los más pobres y vulnerables: ellos también «necesitan nuestras aguas para sobrevivir».

«El tarro de harina no se agotará ni el frasco de aceite se vaciará, hasta el día en que el Señor haga llover sobre la superficie del suelo» (Rey.17,14)

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