Hacia el siglo IV, Constantitno entregó al papa Melquíades la tierra de los Lateranos (familia caida en desgracia en época de Nerón) y cuyas tierras pasaron a manos del imperio. El emperador se las cedió al papa. Allí se construyó la primer basílica cristiana en Roma: San Juan de Letrán, levantada en homenaje a san Juan Bautista y a San Juan apóstol.
San Juan de Letrán es la iglesia más antigua del mundo. Por eso recibe el título de Cabeza y Madre de todas las iglesias. Cuando cesaron las persecuciones, a comienzos del siglo IV, el emperador Constantino cedió al Papa el Palacio de Letrán (preexistente a la iglesia), para que fuera su residencia oficial. Letrán fue la sede central de la Iglesia Católica durante más de 1.000 años, hasta el siglo XIV en que los Papas se trasladaron al Vaticano. A finales del siglo XVI, el rico entramado de edificios que se había ido formando en la histórica sede de Letrán fue casi enteramente demolido por Sixto V, un Papa con pocos escrúpulos hacia el mundo antiguo. Sólo consiguieron sobrevivir la antigua y venerada basílica, reconstruída por Borromini en el XVII, y unos pocos restos que se salvaron de la destrucción.
Por ser la primera se convirtió para la Iglesia en un signo de unidad como lo fue para el judaísmo el templo de Jerusalén. Por eso su fiesta es muy importante en el calendario litúrgico y aún cayendo domingo desplaza a la liturgia dominical y se convierte en el centro de celebración de la comunidad cristiana en todo el mundo.