El Papa Francisco ha dicho «reza, espera en Dios y no te preocupes» porque la fe auténtica nos llama a confiar plenamente en la providencia divina, incluso en medio de las dificultades. La oración nos conecta con el corazón de Dios, la espera nos enseña paciencia y la confianza nos libra de la angustia. Como Jesús mismo nos recuerda: «Por eso les digo: no se preocupen por su vida, qué comerán o qué beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento y el cuerpo más que la ropa?» (Mateo 6,25).
El Papa Francisco nos anima a vivir esta enseñanza de Jesús en el día a día, recordándonos que Dios nunca abandona a sus hijos. Preocuparse no añade nada a nuestras vidas, pero la oración y la confianza sí nos transforman. Al dejar nuestras cargas en manos del Señor, descubrimos una paz que el mundo no puede dar, porque viene directamente de la certeza de ser amados por Dios.