El Papa Francisco decía que «frente al Belén, estamos invitados a ponernos espiritualmente en camino, atraídos por la humildad de Aquel que se hizo hombre para encontrar a cada hombre».
Y el Papa León, a partir de lo dicho por Francisco nos dice: «Esto los convierte – hoy, pero luego siempre, como misión para su vida diaria – en peregrinos de esperanza, portadores de consuelo e inspiración para todos los que encuentren: para los pequeños y los grandes, para las familias, los jóvenes y los ancianos que encontrarán en su camino; para los que se alegran y para los que sufren, para los que están solos, para los que sienten vivo en su corazón el deseo de amar y ser amados, y para quienes, a pesar de la fatiga, siguen trabajando con empeño y perseverancia en la construcción de un mundo mejor.»
Y continúa… «El Belén, queridos, es un signo importante: nos recuerda que somos parte de una maravillosa aventura de Salvación en la que nunca estamos solos y que, como decía San Agustín, «Dios se hizo hombre para que el hombre se hiciera Dios, […] para que el hombre habitante de la tierra pudiera encontrar morada en los cielos» (Sermo 371, 1).»
Para terminar diciéndoles a los participantes y artistas que realizan el pesebre viviente en la basílica papal de Santa María la Mayor: «Difundan este mensaje y mantengan viva esta tradición. Son un don de luz para nuestro mundo, que tiene tanto de necesidad de poder seguir esperando. ¡Gracias, muchas gracias a todos ustedes por su dedicación! Bendigo de corazón a ustedes y a sus familias. ¡Feliz Navidad!«



