EL NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA

La vocación profética de San Juan Bautista está rodeada, desde el vientre materno, de eventos extraordinarios que preparan el nacimiento de Jesús. El Evangelio de Lucas (1, 39-45) relata que su madre Isabel, mientras estaba embarazada, había recibido la visita de María, quien a su vez ya estaba en espera de Jesús, y que Juan exultó de alegría en el seno materno ante la voz de María.

Isabel era estéril y ya anciana. Había sido el arcángel Gabriel quien le había anunciado a su marido Zacarías, el nacimiento de un hijo: “No temas Zacarías – le había dicho –tu oración ha sido escuchada y tu mujer Isabel te dará un hijo al que llamarás Juan. Tendrás alegría y exultación y muchos se alegrarán por su nacimiento, puesto que será grande ante el Señor”.

Juan Bautista se presenta a sí mismo

“Voz de uno que grita en el desierto: ¡Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos!”. Juan Bautista se definía así a sí mismo y su misión. Los Evangelios nos dicen que vivía en el desierto, vestido con piel de camello, comía langostas y miel silvestre, hacía penitencia y predicaba invitando a la conversión. Un día, a orillas del río Jordán, se produce el encuentro con el mismo Mesías que le pide ser bautizado él también. Es un bautismo de penitencia el que realiza Juan y que es figura del Bautismo según el Espíritu. “Yo los bautizo con agua para la conversión – decía a sus discípulos – pero el que viene después de mí es más poderoso que yo y yo ni siquiera soy digno de desatar los lazos de sus sandalias. Y él los bautizará en Espíritu Santo y fuego”.

Y después de haber bautizado al Salvador revelaba: “Ahora mi alegría es completa. Él debe crecer y yo, en cambio, disminuir”. Había cumplido su misión.

Un hombre justo y el precio de la verdad

Juan Bautista ama la verdad y por esto muere decapitado en prisión. Lo había hecho arrestar el Rey Herodes a causa de Herodías, esposa de su hermano Felipe, que se había casado con ella. En efecto Juan, le había recordado que era ilícito estar con la mujer de su hermano. Herodes, reconociendo en él a un hombre justo, no habría querido mandarlo a matar. Pero Herodías tuvo las de ganar, convenciendo a la hija para que pidiera, como premio por su danza en un banquete, preciosamente la cabeza del Bautista.

Un culto muy difundido

La cabeza de San Juan Bautista, llamado por esta razón “degollado”, se conserva en la actualidad en la iglesia de San Silvestre in Capite en Roma, pero privada de la mandíbula, que se encuentra en la catedral de San Lorenzo de Viterbo.

El culto de San Juan Bautista se difundió muy pronto en toda la cristiandad; muchas ciudades tomaron el nombre y lo eligieron como patrono entre las cuales, en Italia, Turín, Florencia, Génova y Ragusa.

Juan Bautista es el santo más representado en el arte de todos los siglos, con frecuencia retratado siendo niño junto al pequeño Jesús.

«El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó» (Apoc. 21,4)

LAS HERMANAS DEJESÚS POBRE, NOPODEMO SER INDIFERENTES AL SUFRIMIENTO DE LOS  HERMANOS Y HERMANAS QUE SUFREN, COMO JESÚS NOS ENSEÑA A CADA INSTANTE.

REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE ESTE FIN DE SEMANA

P. Ricardo – 22/6/2025

REFLEXIONES VARIAS

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I SÍNODO ARQUIDIOCESANO – DOCUMENTO FINAL

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MENSAJES DIARIOS DEL PAPA LEÓN XIV

22/6/2025

Cristo es la respuesta de Dios al hambre del hombre, porque su cuerpo es el pan de la vida eterna. Cuando nos alimentamos de Jesús, pan vivo y verdadero, vivimos para Él. Ofreciéndose sin reservas, el Crucificado Resucitado se entrega a nosotros, y de este modo descubrimos que hemos sido hechos para nutrirnos de Dios.

La guerra no resuelve los problemas, sino que los amplifica y produce heridas profundas en la historia de los pueblos, que tardan generaciones en cicatrizar. Ninguna victoria armada podrá compensar el dolor de las madres, el miedo de los niños, el futuro robado. ¡Que la diplomacia haga callar las armas! ¡Que las naciones tracen su futuro con obras de paz, no con la violencia ni conflictos sangrientos!

Hoy más que nunca, la humanidad clama y pide la paz. Es un grito que exige responsabilidad y razón, y no debe ser sofocado por el estruendo de las armas ni por las palabras retóricas que incitan al conflicto. Todo miembro de la comunidad internacional tiene la responsabilidad moral de detener la tragedia de la guerra, antes de que se convierta en una vorágine irreparable. No existen conflictos “lejanos” cuando está en juego la dignidad humana.

Continúan llegando noticias alarmantes desde Oriente Medio, sobre todo desde Irán. En este escenario dramático, que incluye a Israel y Palestina, corre el riesgo de caer en el olvido el sufrimiento diario de la población, especialmente de Gaza y los demás territorios, donde la necesidad de una ayuda humanitaria adecuada es cada vez más urgente.

En la Eucaristía el Señor acoge, santifica y bendice el pan y el vino que ponemos en el altar, junto con la ofrenda de nuestra vida, y los transforma en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sacrificio de amor para la salvación del mundo. Dios se une a nosotros acogiendo con alegría lo que le presentamos y nos invita a unirnos a Él recibiendo y compartiendo con igual alegría su don de amor.

En muchos países se celebra la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, el Corpus Domini, y el Evangelio De Hoy narra el milagro de los panes y los peces (Lc 9,11-17). Más allá del prodigio, el milagro es un “signo”, y nos recuerda que los dones de Dios, incluso los más pequeños, crecen más cuanto más se comparten.

INTENCIONES DEL PAPA

El Papa León XIV nos invita a profundizar nuestra relación personal con Jesús y a aprender de su Corazón la compasión por el mundo.