EL EVANGELIO DE HOY

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 2. 22. 36-40

Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor.

Estaba también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con Él.

Palabra del Señor.

«Permanezcan firmes e inconmovibles, progresando constantemente en la obra del Señor» (1 Cor. 15,58)

Gente ayudándose unos a otros a escalar una montaña al amanecer Dando la  mano y el concepto de trabajo en equipo | Foto Premium

REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE ESTE FIN DE SEMANA

P. Oscar – 9/3/2025

REFLEXIONES VARIAS

Obispo Jorge García Cuerva – 9/3/2025

CALENDARIO SAN CAYETANO

AGENDA

  • Misa en Centro Madre Teresa
    sábado 15 - 17:00

INTENCIONES

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    Miércoles y Viernes: 15:30 a 18:00 hs
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    I SÍNODO ARQUIDIOCESANO – DOCUMENTO FINAL

    3 MINUTOS DE RETIRO

    MENSAJES DIARIOS DEL PAPA

    Pienso en las personas que, de diversos modos, están cerca de los enfermos y son para ellos un signo de la presencia del Señor. Necesitamos esto, el “milagro de la ternura” que acompaña a quien está pasando un momento difícil y lleva un poco de luz en la noche del dolor.

    En nuestras sociedades, demasiado supeditadas a la lógica del mercado y en las que todo corre el riesgo de quedar sujeto al interés, el voluntariado es signo de esperanza, porque testimonia el primado de la gratuidad, de la solidaridad y del servicio a los más necesitados.

    A veces caemos ante la tentación: todos somos pecadores. Pero la derrota no es definitiva, porque Dios nos levanta de cada caída con su perdón, infinitamente grande en el amor.

    INTENCIONES DEL PAPA