
Reflexión de nuestro Obispo Jorge en la misa del domingo 6 de diciembre de 2020 desde la Basílica de Luján.
«Hoy sigue habiendo profetas que nos dicen “preparen el camino”.
El Papa Francisco. Sin duda que el Papa Francisco es una voz que en el desierto de la pandemia nos dice “preparen el camino”; una voz mezclada entre tantas voces, que muchas veces no de manera ingenua o casual se intenta acallar o debilitar.
Pero también puede ser una voz, el párroco de tu comunidad, que trabaja para hacer presente el Reino y de muchas maneras te está diciendo “prepara el camino”. Tal vez un profeta lo tenés en tu vecindario, una mujer que con su vida se convierte también en una señal de la presencia de Dios o un vecino, o un familiar tuyo.»
«El Señor sigue invitándonos a prepararnos para su presencia transformadora, y ¿cuál es nuestra reacción?»
«La invitación está y nosotros ¿cómo reaccionamos a la invitación de Dios?, ¿qué hacer para preparar el camino del Señor, qué hacer para estar mejor dispuestos a su presencia?»
«Consuelen a mi pueblo, nos decía el profeta, consuelen. Pero no se trata de un consuelo barato, no se trata de una mano que va por el hombro diciendo “bueno, tranquilo esto ya va a pasar”. No es un consuelo edulcorado, adormecedor, una especie de canción de cuna, no es ese el consuelo de Dios.
El consuelo es decir a viva voz que Dios está presente, el consuelo lo trae Dios, él es el que trae la paz, él es el que trae la justicia, él es el que trae la vida. Entonces es un desafío para la Iglesia de este tiempo, para todos nosotros los que creemos en el Señor y celebramos la Navidad, ayudar a preparar el camino, diciendo que Dios está viniendo, está.
Necesitamos hablar más de Dios, de su vida, de su fuerza, de su misericordia, de su justicia, la presencia de Dios es necesaria para preparar el camino. Y por eso no podemos acallarnos, nuestras voces no pueden silenciarse de Dios, nuestra vida no puede silenciarse de Dios.
Éste es un tiempo para ponerlo a Dios bien metido en las circunstancias de la historia, aquí en este mundo de pandemia, de desigualdades, de desesperanza, este mundo roto hay que consolarlo con Dios.