COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO – PARTE 2

LAS BODAS DE CANÁ

Florentino Ulibarri (Conocer, gustar y vivir la Palabra)

2. Los personajes de la boda

Jesús. Es el único designado con nombre propio y es el centro de la narración. Por primera vez entra en escena a la cabeza de un grupo de discípulos. En las narraciones anteriores no había ocupado él el primer plano; los personajes centrales habían sido Juan Bautista y los hombres que, de un modo u otro, tomaban contacto con él (1,35-53). Todo había sido preparación y presentación. Ahora comienza el día de su actividad: entra en la boda (en el pueblo que vive bajo la antigua alianza), pero como invitado. No pertenece a ella, a la antigua alianza. Su presencia va a poner en movimiento la escena.

La madre de Jesús y el maestresala. Ambos pertenecen y viven bajo la antigua alianza; pero el evangelista los contrapone. Ella representa al Israel fiel que reconoce al Mesías y espera en él; el maestresala, a los judíos que no lo esperan ni lo necesitan ni saben apreciar la novedad del don mesiánico. El Israel fiel (la madre) experimenta la carencia, juzga intolerable la situación y espera el cambio; los dirigentes judíos (el maestresala) se extrañan de que algo pueda cambiar, consideran definitivo el régimen que ellos dominan, mantienen oficialmente la alianza, pero vacía de contenido, ya que al desvirtuarla ha dejado de ser expresión del amor de Dios a su pueblo. La madre, definida por su relación con Jesús, del que es origen, está abierta al futuro, a las promesas de Dios. El maestresala, en cambio, se define por su relación con la boda existente, con un presente encerrado en una tradición sin horizonte de futuro.

Aparecen, además, los sirvientes. Se ponen a disposición de Jesús y ejecutan su encargo. Ellos hacen lo mismo que pedirá Jesús a todo aquel que quiera ser su discípulo y seguirle (12,26). Incluyendo, pues, a sus discípulos, los sirvientes designan a todos aquellos que se prestan a colaborar con la obra del Mesías.

La madre y el maestresala, figuras-tipo, estarán representados más adelante en el evangelio por las multitudes que adoptan ante Jesús actitudes contrarias. Entre los personajes que en el relato continúan la figura del maestresala, es decir, entre los que no esperan nada de Jesús, se encuentran «su gente», sus hermanos de raza. Por eso, cuando después de Caná baja Jesús a Cafarnaún (v. 12) aparecen tres grupos: su madre 😊 el Israel que espera), sus parientes 😊 los adictos al régimen de la antigua alianza) y los discípulos 😊 los que desean colaborar con Jesús).

3. Jesús, único mediador

La intervención de María en este momento de la vida de Jesús se ha empleado, frecuentemente en espiritualidad, como argumento para reforzar la idea teológica de que necesitamos su mediación para obtener de Dios los dones que le pedimos.

La tradición cristiana, sin embargo, insiste con rigor en que el único mediador entre Dios y los hombres es Jesús, Señor de la historia por su resurrección. Este mismo relato evangélico, leído correctamente, nos lo confirma. Todo lo demás nos lleva a crearnos falsas imágenes de Dios, a llenar, consciente o inconscientemente, nuestra vida de ídolos y a hacer dejación de nuestra responsabilidad en la historia.

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«El tarro de harina no se agotará ni el frasco de aceite se vaciará, hasta el día en que el Señor haga llover sobre la superficie del suelo» (Rey.17,14)

Lecturas del Domingo XXXII del Tiempo Ordinario (Ciclo 'B', 2024) –  Comunidad Católica Latina en Bangkok

LA HOMILÍA EN LA PARROQUIA

Diego – 17/11/2024

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MENSAJES DIARIOS DEL PAPA

He recibido una carta de un joven de Ucrania que escribe: “Padre, cuando recuerde nuestros mil días de sufrimiento, recuerde también los mil días de amor, porque solo el amor, la fe y la esperanza dan un verdadero sentido a las heridas”.

Cuando los niños son acogidos, amados, custodiados, tutelados, la familia está sana, la sociedad mejora, el mundo es más humano.

San Agustín decía: «Si amas la unidad, todo lo que en ella es poseído por alguien, ¡lo posees tú también!».