Perpetua era sólo catecúmena cuando fue arrestada durante la persecución de Septimio Severo (s. III). Tenía 22 años y era madre de un recién nacido. Felicidad estaba embarazada y, en la cárcel, dio a luz a una hija. Pero ambas permanecieron firmes en la fe y no vacilaron cuando, el 7 de marzo de 203, penetraron en el anfiteatro de Cartago.
El relato de su martirio dice: «Marchaban de la cárcel al anfiteatro como si fueran al cielo, con el rostro resplandeciente de alegría.»