El culto de san Blas (S. IV), obispo de Sebaste en Armenia y mártir durante la persecución del emperador Diocleciano, se extendió en Occidente a partir del siglo XI, por los milagros que le atribuye su leyenda. Numerosas iglesias han sido puestas bajo su patrocinio.

Por no haber renegado la fe, fue despellejado vivo en el 316. Es invocado por el dolor de garganta.

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