Octavo día: El don del temor de Dios como capacidad de custodiar el Amor

Oración inicial: Se enciende la vela.

Espíritu Santo que vives en el corazón creyente, ilumina nuestro caminar para que seamos capaces de estar siempre dispuestos a custodiar el tesoro tan grande que es el amor de Dios que habita en nosotros, y a la manera de Jesús, poder compartirlo con todos a través de nuestro servicio.

Para reflexionar:

El don del temor de Dios ha sido confundido con la idea de que hay que tener temor a Dios. Sin embargo el temor de Dios es otra cosa. No es miedo a Dios sino deseo de no perder al Dios que hemos conocido. Como la persona que traslada un artículo fino, delicado y quebradizo teme por él, por su integridad, el hombre prudente teme perder a Dios.

No significa miedo a Dios sino cuidado por permanecer junto a él, por no perderlo, porque no se «rompa» nuestra relación con él. Deseamos conservar a Dios con nosotros y por eso tenemos temor de él. Temor de que los avatares de vida resquebrajen la relación, que las distracciones del mundo no nos dejen poner los ojos en nadie más que en él.

A cada invocación respondemos: Ven Espíritu Santo y danos el verdadero temor de Dios

  • Para peregrinar por la vida sin problemas…
  • Para poner nuestra confianza en la Palabra de Dios…
  • Para que sepamos defender nuestra fe…
  • Ante las contrariedades…

Leemos en la Biblia (para la oración personal): Evangelio de san Mateo 7, 24-27

Gesto para acompañar la oración: Compartir imágenes de Encuentros de Catequesis compartiendo el tesoro que es el amor de Dios que habita entre nosotros.

Oración final

Espíritu Santo, tenemos la asombrosa experiencia que estás siempre con nosotros y que nunca nos dejas solos.

Vivifica nuestra memoria agradecida para seguir descubriendo y aprendiendo de lo dones con los que das belleza a nuestra Iglesia Particular.

Muévenos a sentir con el Papa Francisco y con toda la Iglesia Universal para crecer en comunión, participación y misión.

Confiamos en vos.

En este Sínodo, enséñanos a escucharte, a escucharnos, a dialogar y a compartir.

En este Sínodo inspíranos para ver, sentir, pensar y obrar, de una manera nueva.

En este Sínodo anímanos a ser creativos en la Evangelización y en la Catequesis.

Amen.

Dios te Salve María, llena eres gracia…

María de Luján, esperanza de nuestro pueblo, ruega por nosotros

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