CARLO ACUTIS

Carlo Acutis nació el 3 de mayo de 1991 en Londres, Reino Unido, en el seno de una familia italiana, originaria de Lombardía. Sus padres, Andrea Acutis y Antonia Salzano, la familia Acutis regresa a la ciudad de Milán [Italia], tras el nacimiento de su hijo.


Curso la escuela primaria y secundaria con las Hermanas Marcelinas y el Liceo Clásico León XIII, con los padres jesuitas. Carlo transmitió en particular la importancia que tenía para él la Eucaristía que según él era «la calzada que lleva al cielo».

Devoto de los lugares Santos, como Lourdes, Fátima, como así también le interesaba las historias de los santos del Martirologio Romano

Vivió fervorosamente su fe, llevando sus vivencias a los alumnos de catequesis, como así también con todos los que tenía contacto, contagiando así ese fuego interior que provenía de su corazón. Hizo mucho incapié con el uso de las nuevas tecnologías, poniendo en las manos de Dios su trabajo.

«Es cierto que el mundo digital puede exponerte al riesgo de encerrarte en ti mismo, al aislamiento o al placer vacío. Pero no se debe olvidar que hay jóvenes que en estas áreas también son creativos y a veces brillantes». Lo escribió el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica post-sinodal a los jóvenes «Christus Vivit», fruto del Sínodo de 2018. Carlo es indicado por el Papa como un ejemplo para ser dado a los jóvenes para un uso saludable de los medios de comunicación.

«Todos nacen como originales, pero muchos mueren como fotocopias”, era el lema de Carlo. Amaba repetir: «La tristeza es la mirada dirigida hacia uno mismo, la felicidad es la mirada dirigida hacia Dios». Expresiones de una fe intensa y verdadera, saboreada en la tierra, en la plenitud de la vida de un niño de quince años con el corazón abierto a Dios.

Carlo enfermó de leucemia del tipo M3, a principios de octubre de 2006.​ Comentó a sus padres: «ofrezco al Señor los sufrimientos que tendré que padecer por el Papa y por la Iglesia católica, para no tener que estar en el Purgatorio y poder ir directo al Cielo». Cuando la enfermera le preguntaba cómo se sentía con esos dolores, Carlo respondía: «Bien. Hay gente que sufre mucho más que yo. No despierte a mi madre, que está cansada y se preocuparía más».​ Pidió la unción de los enfermos y tres días después del diagnóstico, el 12 de octubre de 2006, falleció en el hospital San Gerardo de Monza, Italia. Carlo realizó un vídeo donde dijo que, si moría, le gustaría que lo enterraran en Asís.

Falleció en Monza el 12 de octubre de 2006 a causa de una leucemia fulminante. Fue reconocido por el milagro de un niño brasileño en 2013. La familia y su comunidad pidieron la intercesión de Carlo para salvar a su hijo.

Beatificado el 10 octubre de 2020 en la Basílica Papal de San Francisco.
«La noticia, constituye un rayo de luz en estos meses en los que hemos afrontado la soledad y el distanciamiento experimentando el aspecto más positivo de Internet, una tecnología de comunicación para la que Carlo tenía un talento especial».
Monseñor Domenico Sorrentino, obispo de Asis.

«El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó» (Apoc. 21,4)

LAS HERMANAS DEJESÚS POBRE, NOPODEMO SER INDIFERENTES AL SUFRIMIENTO DE LOS  HERMANOS Y HERMANAS QUE SUFREN, COMO JESÚS NOS ENSEÑA A CADA INSTANTE.

REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE ESTE FIN DE SEMANA

P. Ricardo – 22/6/2025

REFLEXIONES VARIAS

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I SÍNODO ARQUIDIOCESANO – DOCUMENTO FINAL

3 MINUTOS DE RETIRO

MENSAJES DIARIOS DEL PAPA LEÓN XIV

22/6/2025

Cristo es la respuesta de Dios al hambre del hombre, porque su cuerpo es el pan de la vida eterna. Cuando nos alimentamos de Jesús, pan vivo y verdadero, vivimos para Él. Ofreciéndose sin reservas, el Crucificado Resucitado se entrega a nosotros, y de este modo descubrimos que hemos sido hechos para nutrirnos de Dios.

La guerra no resuelve los problemas, sino que los amplifica y produce heridas profundas en la historia de los pueblos, que tardan generaciones en cicatrizar. Ninguna victoria armada podrá compensar el dolor de las madres, el miedo de los niños, el futuro robado. ¡Que la diplomacia haga callar las armas! ¡Que las naciones tracen su futuro con obras de paz, no con la violencia ni conflictos sangrientos!

Hoy más que nunca, la humanidad clama y pide la paz. Es un grito que exige responsabilidad y razón, y no debe ser sofocado por el estruendo de las armas ni por las palabras retóricas que incitan al conflicto. Todo miembro de la comunidad internacional tiene la responsabilidad moral de detener la tragedia de la guerra, antes de que se convierta en una vorágine irreparable. No existen conflictos “lejanos” cuando está en juego la dignidad humana.

Continúan llegando noticias alarmantes desde Oriente Medio, sobre todo desde Irán. En este escenario dramático, que incluye a Israel y Palestina, corre el riesgo de caer en el olvido el sufrimiento diario de la población, especialmente de Gaza y los demás territorios, donde la necesidad de una ayuda humanitaria adecuada es cada vez más urgente.

En la Eucaristía el Señor acoge, santifica y bendice el pan y el vino que ponemos en el altar, junto con la ofrenda de nuestra vida, y los transforma en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sacrificio de amor para la salvación del mundo. Dios se une a nosotros acogiendo con alegría lo que le presentamos y nos invita a unirnos a Él recibiendo y compartiendo con igual alegría su don de amor.

En muchos países se celebra la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, el Corpus Domini, y el Evangelio De Hoy narra el milagro de los panes y los peces (Lc 9,11-17). Más allá del prodigio, el milagro es un “signo”, y nos recuerda que los dones de Dios, incluso los más pequeños, crecen más cuanto más se comparten.

INTENCIONES DEL PAPA

El Papa León XIV nos invita a profundizar nuestra relación personal con Jesús y a aprender de su Corazón la compasión por el mundo.