El Evangelio es una llamada urgente a trabajar mientras esperamos la venida del Señor. Es un llamado a la vigilancia activa: hacer fructificar lo que Dios nos dio. La recompensa siempre supera lo que creíamos merecer, porque Dios es generoso con quienes se arriesgan.
Hacer producir nuestras capacidades exige entrenamiento, creatividad y coraje. Jesús nos enseña que vale más arriesgarse —aunque haya errores— que instalarse en la falsa seguridad de una vida sin riesgos. El Reino avanza con hombres y mujeres que no guardan la moneda en un pañuelo, sino que ponen sus dones al servicio de la vida.
Dios nos confía sus dones para que sigamos construyendo su proyecto. Somos llamados a ser pequeños creadores que, con nuestras manos y nuestra fe, colaboramos en la obra grande del Reino.




