Y Jesús sigue pronunciando su palabra liberadora: “Mujer, quedas libre de tu enfermedad.” Dios no nos quiere caídos ni encogidos por la desesperanza. Nos quiere erguidos, libres, con la mirada al cielo. Estar en pie significa confiar, esperar, levantarse, mirar hacia adelante.
Dios no nos creó para arrastrarnos, sino para vivir con dignidad. Por eso se inclinó sobre nosotros en Cristo Jesús. Él cargó con nuestras cadenas y nos invita a poner en Él nuestras cargas.
Hoy, su Espíritu nos envía a hacer lo mismo: ayudar a los que caminan encorvados. Con la palabra que consuela y con los gestos que levantan. Recordar a cada persona que, en Cristo, somos hijos de Dios, no esclavos. Que todos valemos mucho a sus ojos.



