Siguiendo el camino de Lucas, comprendemos que el verdadero reconocimiento y la confesión de fe solo son posibles desde la experiencia viva: ver sus obras, escuchar su Palabra, discernir sus gestos de compasión y misericordia. Solo así se llega a descubrir su identidad más profunda.
En un mundo cargado de ídolos y líderes pasajeros, de figuras infladas por la fama pero vacías de verdad, estamos llamados a renovar nuestra fe en Aquel que no pasa. Sus palabras de vida eterna, sus gestos de ternura, perdón y compasión, nos recuerdan que solo Dios trae salvación.
Acercarnos a Jesús, beber de su Evangelio, reproducir en nuestras manos sus gestos salvadores, abrir espacios de oración y encuentro, nos irá revelando quién es Él… y al mismo tiempo quiénes somos nosotros.