También hoy nos cuesta vivir fieles a la propia convicción y caminar a contracorriente, en un mundo que busca “estar a la moda” y acomodarse al convencionalismo. El profeta, y en plenitud Jesús, es aquel que rompe la indiferencia, denuncia la injusticia y llama a la conversión, invitándonos a mirar el futuro desde la libertad de los hijos de Dios. La resistencia que encontró confirma que en Él se concentra toda la cercanía de Dios. En su andar compasivo y misericordioso, paciente, sensible y solidario, descubrimos al Dios que camina con los hombres, transformando sus vidas y la historia.
La actitud de los nazarenos —y de tantos hoy— es aferrarse a lo de siempre, a lo conocido, rechazando cualquier novedad que no coincida con sus expectativas, aunque sea más fiel al Evangelio.



