La lógica de estas parábolas desafía el pensamiento común. Que una oveja reciba más preocupación que las noventa y nueve restantes, y que una dracma cause más inquietud que las otras nueve, muestra que la misericordia divina supera cualquier cálculo humano. El Buen Pastor nunca da por perdida a ninguna de sus ovejas.
Para Jesús, el hombre que busca lo perdido y la mujer que busca su dracma representan la actitud misericordiosa de Dios. Estas parábolas nos invitan a imitar a ese Dios que busca a quienes han fallado, facilitando su regreso y alegrándose por ellos. El Reino de Dios es una casa donde todos son bienvenidos, sin excluidos.