La cercanía del Reino exige superar todos los deberes, aun los más sagrados. La expresión “deja que los muertos entierren a sus muertos” nos enseña que el amor de Dios supera todas las posibilidades humanas del amor. Solo desde el desprendimiento y la entrega al Reino, el amor humano alcanza su máxima plenitud.
De igual manera, el que toma el arado sin mirar atrás simboliza una decisión total y definitiva. Para seguir a Jesús, no se puede perder de vista la meta del Reino, ya iniciada.
Seguir a Jesús exige actuar “de inmediato” y “completamente”. El Reino de Jesús no admite ambigüedades entre el “sí” y el “no”, y solo lo recibe quien se arriesga.