La justicia de Dios, desbordada por su amor, supera nuestros esquemas. Si nos basáramos en una estricta justicia, no tendríamos ninguna esperanza de redención, pues carecemos de méritos suficientes. En nuestro camino hacia el Reino, debemos reconocer que todo es gracia.
Los discípulos, pensando con la lógica habitual no comprendieron que el Reino de Dios y su justicia no operan según los parámetros de la legalidad humana.
El Dios que Jesús nos revela no escatima en gastos, y debemos aceptar que la medida del amor es no tener medida; que el Evangelio es desmesura, y la fe, una gracia que debe ser recibida y compartida.
ORANDO CON LA PALABRA
