En la oración que Jesús nos enseñó, encontramos el corazón mismo de nuestra fe. El Padre Nuestro es la oración que abraza la universalidad de la experiencia humana y del misterio divino, capaz de unir la simplicidad de un niño que se dirige al propio “papá” y la profundidad de quien sabe que está en la presencia del Misterio. Esta es verdaderamente «la síntesis de todo el Evangelio».