La amistad de Jesús con sus discípulos va más allá de la simple compañía. Él les revela todo lo que ha aprendido del Padre, compartiendo con ellos su sabiduría y su intimidad.
El amor verdadero se demuestra con acciones. Jesús invita a sus discípulos a amar como Él ha amado, es decir, con un amor que se pone a prueba en el sacrificio y la entrega.
El amor cristiano no se queda en palabras bonitas, sino que se traduce en acciones concretas. Amar al prójimo significa salir de nosotros mismos para ofrecer ayuda, comprensión y consuelo.
Para vivir este amor tan profundo, es necesario optar por la propuesta de Jesús y permanecer en su amor. Solo así podremos ser verdaderos discípulos suyos y reflejar su amor en el mundo.