SAN CORNELIO, PAPA Y SAN CIPRIANO, OBISPO, MÁRTIRES

Hoy la Iglesia celebra a San Cornelio, Papa, y a Cipriano, Obispo, amigos en la fe

La conmemoración en el mismo día de estos dos mártires, que el Martirologio Jeronimiano ya recuerda juntos, es muy antigua. La fecha elegida indica en particular la deposición del primero de la sede papal y la muerte del segundo por decapitación.

Cornelio, el Papa de la indulgencia

En Roma, en el año 251, después de unos años de sede vacante debido a la persecución de Decio, fue elegido el Papa Cornelio, romano, quizás de origen noble, ciertamente reconocido como un hombre de fe justa y amorosa. Su elección, sin embargo, no fue aceptada por el hereje Novaziano, que se consagró antipapa y promovió un cisma en la ciudad de Roma. Cornelio – que recibió el apoyo remoto del obispo Cipriano – fue acusado de ser demasiado débil con los «lapsi»: apóstatas que regresaban a la Iglesia sin la debida penitencia, sino simplemente presentando un certificado de reconciliación obtenido de algún autodenominado confesor. Por si fuera poco, una epidemia de peste estalla en Roma y luego también la persecución anticristiana de Galo. El Papa Cornelio fue exiliado y encarcelado en Civitavecchia donde murió, pero fue sepultado en Roma en las catacumbas de San Calixto.

Cipriano, de pagano a obispo

Cipriano nació en Cartago en el 210: era un hábil retórico pagano y ejerció la profesión de abogado. Un día le fue anunciada la palabra de Jesús y se convirtió a la fe cristiana. Era el año 246. Gracias a su fama de gran estudioso, fue prontamente ordenado sacerdote y consagrado obispo de su ciudad. Sin embargo, incluso en Cartago, la situación de los cristianos no era fácil: primero se desencadenaron las persecuciones de Decio, luego las de Galo, Valeriano y Galio, y muchos fieles, en lugar de morir por su fe, decidieron renegar y regresar al paganismo. Otros, sin embargo, mas tarde se arrepientieron pero los rigoristas juzgaban que la línea de indulgencia y benevolencia del obispo Cipriano para reacogerlos era un peligroso laxismo. Cipriano se vio así involucrado en la disputa «lapsi», luchando contra el sacerdote Novato, partidario local del antipapa Novaziano, y contra el diácono Felicísimo que había elegido a Fortunato como antiobispo. En el año 252 logró convocar un Concilio en Cartago y condenarlos, mientras que el Papa Cornelio, desde Roma, confirmó su excomunión. Cipriano permaneció escondido durante la persecución de Valeriano, pero más tarde regresó a Cartago para dar testimonio de su fe muriendo como un mártir.

«El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó» (Apoc. 21,4)

LAS HERMANAS DEJESÚS POBRE, NOPODEMO SER INDIFERENTES AL SUFRIMIENTO DE LOS  HERMANOS Y HERMANAS QUE SUFREN, COMO JESÚS NOS ENSEÑA A CADA INSTANTE.

REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE ESTE FIN DE SEMANA

P. Ricardo – 22/6/2025

REFLEXIONES VARIAS

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I SÍNODO ARQUIDIOCESANO – DOCUMENTO FINAL

3 MINUTOS DE RETIRO

MENSAJES DIARIOS DEL PAPA LEÓN XIV

22/6/2025

Cristo es la respuesta de Dios al hambre del hombre, porque su cuerpo es el pan de la vida eterna. Cuando nos alimentamos de Jesús, pan vivo y verdadero, vivimos para Él. Ofreciéndose sin reservas, el Crucificado Resucitado se entrega a nosotros, y de este modo descubrimos que hemos sido hechos para nutrirnos de Dios.

La guerra no resuelve los problemas, sino que los amplifica y produce heridas profundas en la historia de los pueblos, que tardan generaciones en cicatrizar. Ninguna victoria armada podrá compensar el dolor de las madres, el miedo de los niños, el futuro robado. ¡Que la diplomacia haga callar las armas! ¡Que las naciones tracen su futuro con obras de paz, no con la violencia ni conflictos sangrientos!

Hoy más que nunca, la humanidad clama y pide la paz. Es un grito que exige responsabilidad y razón, y no debe ser sofocado por el estruendo de las armas ni por las palabras retóricas que incitan al conflicto. Todo miembro de la comunidad internacional tiene la responsabilidad moral de detener la tragedia de la guerra, antes de que se convierta en una vorágine irreparable. No existen conflictos “lejanos” cuando está en juego la dignidad humana.

Continúan llegando noticias alarmantes desde Oriente Medio, sobre todo desde Irán. En este escenario dramático, que incluye a Israel y Palestina, corre el riesgo de caer en el olvido el sufrimiento diario de la población, especialmente de Gaza y los demás territorios, donde la necesidad de una ayuda humanitaria adecuada es cada vez más urgente.

En la Eucaristía el Señor acoge, santifica y bendice el pan y el vino que ponemos en el altar, junto con la ofrenda de nuestra vida, y los transforma en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sacrificio de amor para la salvación del mundo. Dios se une a nosotros acogiendo con alegría lo que le presentamos y nos invita a unirnos a Él recibiendo y compartiendo con igual alegría su don de amor.

En muchos países se celebra la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, el Corpus Domini, y el Evangelio De Hoy narra el milagro de los panes y los peces (Lc 9,11-17). Más allá del prodigio, el milagro es un “signo”, y nos recuerda que los dones de Dios, incluso los más pequeños, crecen más cuanto más se comparten.

INTENCIONES DEL PAPA

El Papa León XIV nos invita a profundizar nuestra relación personal con Jesús y a aprender de su Corazón la compasión por el mundo.