Rosa de Lima (1586-1617) es la primera santa canonizada del Nuevo Mundo. Fue una muchacha sencilla, piadosa, trabajadora.
Retirada en el jardín de sus padres, vivió, como laica, el ideal dominicano de contemplación e irradiación apostólica. Tuvo gran devoción y afinidad con Santa Catalina de Siena.
De gran fortaleza interior, soportó toda clase de contratiempos, malentendidos y enfermedades que ella tomó como ejercicio de penitencia y de unión con los sufrimientos de Cristo, y también como ofrenda por la salvación de los indios americanos.
Murió en Lima en 1617 y fue canonizada el 12 de Abril de 1671.