
Timoteo y Tito fueron, con Lucas, los fieles colaboradores de San Pablo. El primero, de origen judío, fue bautizado por san Pablo, a quien acompañó en sus misiones, antes que el propio apóstol lo hiciera responsable de la iglesia de Éfeso.
En cuanto a Tito, de origen pagano, San Pablo lo llevó consigo desde el comienzo de su apostolado en Antioquia. Luego le confió la evangelización de Creta.