
Hace falta alivio
para esta tierra herida.
Para el llanto del justo,
el dolor sin sentido,
las mentiras que sangran,
los abandonos y soledades.
Para tanto desatino
que deja víctimas inocentes.
Para el silencio obligado
que ninguna voz rompe,
y para tanta fatiga
que no halla descanso.
Hace falta respuesta
transformada en semilla,
en venda,
en gesto de alivio;
en refugio hecho de brazos;
en palabras que susurren
el perdón y la esperanza;
en risa contagiosa;
en proyecto de libertad;
en justicia peleada,
en fe viva.
Hace falta quien quiera
convertirse en portador de consuelo,
en profeta de un evangelio
sin vacíos.
Haces falta tú.
José María Rodriguez Olaizola