Bernardo (1090-1153), monje cisterciense, abad de Claraval, consejero de Papas y Reyes y predicador insigne, fue ante todo un hombre sediento de la soledad en oración y penitencia, a fin de penetrar en el Misterio de Dios.
Con motivo de los cismas que se produjeron en la Iglesia, recorrió Europa para restablecer la paz y la unidad.
Escribió también obras de teología y ascética, en las que se revela como un contemplativo para quien todo se resume en el amor.