Salazar lleva la imagen a su casa
Profundamente interesado, Don Manuel de Salazar, averigua una y otra vez los pormenores del descubrimiento de la imagen. Se preguntaba si realmente existía una imagen de la Virgen María o si todo esto no sería causa de que los indios volvieran a sus antiguas idolatrías, muchos fueron sus pensamientos acerca de lo relatado por el indio y decidió cerciorarse personalmente yendo al lugar donde decía su servidor había visto la imagen.
Salió con el nativo, desde su vivienda en la población de Motimo, hoy San Isidro, y se dirigió con su guía e informante hacia el lugar y el nicho mencionados.
Los pobladores choyanos concientes de que el anciano Salazar vendría en cualquier momento al sitio en que veneraban la imagen de la Virgen María, y pensaría que Ella se encontraba abandonada, en un lugar indigno y se la llevaría, los tenía realmente muy preocupados e inquietos.Al tomar conocimiento que el Administrador se dirigía al lugar comenzaron a reunirse apresuradamente para defender su tesoro.
No sabían por qué, pero aquella imagen, morena como sus rostros, pequeñita y humilde como sus vidas ignorantes y sencillas, parecía volverlos dichosos y fuertes en esos años de opresión y dura servidumbre, bajo el dominio de los conquistadores españoles. Ella les brindaba la esperanza, la alegría, por eso no permitirían que se la llevasen. No tenían armas y en caso de tenerlas, no hubiesen sido capaces de utilizarlas ante aquel nicho lleno de luz para sus almas. Pero sí tenían, la súplica de sus varones, las lágrimas de sus mujeres y el rogar de los pequeños.
Y llegó Salazar hacia el anochecer, con el fin de sorprenderlos en lo que imaginaba orgía y desorden. Nada de eso, sí un silencio expectante y un completo y verdadero recogimiento.
Al llegar el Administrador del Valle, trepa con el indio hasta la entrada de la gruta, y la encuentra tal cual el servidor la describiera. No cabía duda, era la Imagen de la Reina del Cielo en la soberana advocación de Pura y Limpia Concepción.
De inmediato determina no dejar un momento más la Imagen en aquella agreste cueva. Los indios comienzan a manifestar su descontento y expresar que era suya, que la querían, que Ella los cuidaba y defendía.
Salazar insiste en la determinación y la resistencia de los indios es mayor. Comienzan las lágrimas y los ruegos, pero el conquistador colono se mantiene firme y allí mismo la carga y la lleva a su casa.
Fuente: Libro “Historia Popular de la Virgen del Valle” del Presbítero Alberto S. Miranda.