Arrepentimiento que nace de nuestra vergüenza
Nuestra mirada también está llena de arrepentimiento, que ante tu silencio elocuente suplica tu misericordia: el arrepentimiento que brota de la certeza que sólo tú puedes salvarnos del mal, sólo tú puedes curarnos de nuestra lepra de odio, de egoísmo, de soberbia, de avidez, de venganza, de codicia, de idolatría, sólo tú puedes volvernos a abrazar donándonos la dignidad filial y gozar por nuestro regreso a casa, a la vida.
El arrepentimiento, que surge al sentir nuestra pequeñez, nuestra nada, nuestra vanidad y que se deja acariciar por tu invitación suave y poderosa a la conversión; el arrepentimiento de David que desde el abismo de su miseria encuentra en ti su única fuerza; el arrepentimiento que nace de nuestra vergüenza, que nace de la certeza que nuestro corazón estará siempre inquieto hasta que no te encuentre y en ti su única fuente de plenitud y de paz; el arrepentimiento de Pedro que encontrando tu mirada lloró amargamente por haberte negado ante los hombres.