Fin de una nueva semana, cansados, hambrientos de un montón de cosas y sedientos de otras… casi siempre la misma rutina de los viernes. El fin de semana para nosotros creyentes tiene el plus de la mesa servida, del alimento entregado, de la bebida derramada y del encuentro con todos. Esa es el agua viva que viene a calmarnos y a colmarnos para retomar el camino.
Días de alabanza, escucha, perdón, pan de vida y palabra de vida y la bendición siempre esencial, imprescindible que anima y libera.