¡JESÚS REZABA! SÓLO ESO BASTA

Para el discípulo, El comportamiento de Jesús es una norma absoluta de vida. ¡De hecho, Jesús es el Maestro!

Pues bien, nadie puede negar que la oración haya sido literalmente el centro de la vida de Jesús: la oración era su respiración, su horizonte de referencia, la fuente de sus acciones y de sus palabras.

Blaise Pascal (1623-1662), al mirar a Jesús, observaba las normas del comportamiento cristiano y concluía:
«¡Amo la pobreza porque Cristo ha amado la pobreza!». Pero se puede decir tranquilamente y de manera legítima lo mismo con respecto a la oración: ¡Amo la oración sin discusión porque Cristo ha amado la oración!

El evangelista Marcos anota:

«Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar».

(Mc 1,35)

Debía de ser un gesto tan habitual que se quedó profundamente impreso en la memoria de los apóstoles: estos, después de la Ascensión, no podían acordarse de su Maestro y Señor sin recordar al mismo tiempo su oración.

San Lucas, un escritor capaz casi de pintar los gestos de la vida de Jesús, subraya un aspecto de gran importancia: Jesús, antes de tomar la decisión de llamar a los apóstoles, ¡pasó una noche entera en oración! El evangelista relata este hecho porque es una extraordinaria lección de vida:

«En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles»

(Lc 6,12-13)

Charles de Foucauld (1858-1916), conmovido profundamente por este comportamiento de Jesús, se enamoró de la oración nocturna: la noche se convirtió en el refugio habitual de su oración y el tiempo más apreciado para el coloquio, la adoración y la intercesión.

¿No tendría que hacer lo mismo cada discípulo? ¿No debería el discípulo tener sus ojos mirando siempre al Maestro para entender cada latido, cada matiz, cada postura en su vida?

¿Cuánto se ha dirigido nuestra mirada al Señor en el día de hoy? ¿Cuánto inspira su vida la nuestra?

¡No se pueden eludir estas preguntas, si queremos que Jesús sea nuestro Maestro y nosotros seamos sus discípulos!

Apuntes para la Oración Vol.1
Dicasterio para la evangelización

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