“Hagan amigos con las riquezas deshonestas, para que, cuando estas riquezas se acaben, los reciban en la morada eterna” (v. 9). Y profundiza: “La riqueza puede llevar a la construcción de muros, crear divisiones y discriminación. Jesús, por el contrario, invita a sus discípulos a invertir el curso: “Háganse amigos con la riqueza”. Es una invitación a saber transformar bienes y riquezas en relaciones, porque las personas valen más que las cosas y cuentan más que las riquezas que poseen”.
El Papa insiste: “En la vida, en efecto, no son los que tienen tantas riquezas los que dan fruto, sino los que crean y mantienen vivos tantos lazos, tantas relaciones, tantas amistades a través de las diferentes “riquezas”, es decir, de los diferentes dones con los que Dios los ha dotado”.
Si somos capaces de transformar las riquezas en instrumentos de fraternidad y solidaridad, no sólo será Dios quien nos acoja en el Paraíso, sino también aquellos con los cuales hemos compartido, administrando bien lo que el Señor ha puesto en nuestras manos.
(PapaFrancisco, oración del Ángelus en la Plaza de San Pedro, 22/9/19)