#SinodoAmazonico. La Iglesia confiesa los «pecados ecológicos». Que sacerdotes sean santos

El segundo día de trabajo del Sínodo Especial para la Región Panamazónica concluyó con la cuarta Congregación. 182 padres estuvieron presentes en el salón. Esta sesión de la tarde también se celebró en presencia del Papa.

Vatican News – Ciudad del Vaticano

La violación sistemática de los derechos de los pueblos originarios de la Amazonía y la vida en riesgo de toda la región, herida en su hábitat, fueron el centro de la reflexión de la cuarta congregación del Sínodo de los Obispos.

No a la indiferencia, sí a la responsabilidad

Hay un fuerte llamamiento para que la Iglesia, con su voz autorizada en el campo moral y espiritual, proteja siempre la vida, denunciando las muchas estructuras de muerte que la amenazan. No al individualismo o a la indiferencia que nos hace mirar la realidad como espectadores, como en una pantalla. Sí a una conversión ecológica centrada en la responsabilidad y en una ecología integral que ponga en el centro por encima de toda dignidad humana, que ha sido pisoteada demasiadas veces.

La comunidad internacional se enfrenta a las violaciones de los derechos humanos

La inaceptable situación de degradación del medio ambiente en la región panamazónica debe ser tomada en serio por toda la comunidad internacional, que a menudo es indiferente al derramamiento de sangre inocente. Las poblaciones autóctonas, custodias de las reservas naturales, evangelizadas por la Cruz de Cristo, deben ser consideradas como aliadas en la lucha contra el cambio climático desde el punto de vista sinodal, es decir, como en un camino «juntos», en amistad. En la intervención de un delegado en este sentido, se destacó la necesidad de unir fuerzas y dialogar, porque la amistad -dijo- «respeta, protege y cuida». La invitación a la Iglesia a ser aliada de los movimientos sociales de base, a escuchar humilde y acogedoramente la cosmovisión amazónica, a comprender los diferentes significados, comparados con la tradición occidental, que las culturas locales dan a los símbolos rituales, surgió de muchas partes.

Mayor conocimiento de los «pecados ecológicos»

Se ha destacado el desarrollo sostenible, socialmente justo e inclusivo, que combina el conocimiento científico y tradicional, porque el futuro de la Amazonía, una realidad viva y no un museo, está en nuestras manos. También queremos una conversión ecológica que nos haga percibir la gravedad del pecado contra el medio ambiente como un pecado contra Dios, contra nuestro prójimo y contra las generaciones futuras. De ahí la propuesta de profundizar y difundir una literatura teológica que incluya junto con los pecados, tradicionalmente conocidos, los «pecados ecológicos».

Promover el diaconado indígena permanente

La reflexión sobre los ministerios se enriqueció con la llamada a unir fuerzas en la formación de misioneros amazónicos, laicos y consagrados. Es necesario involucrar más a los pueblos indígenas en el apostolado, comenzando por la promoción del diaconado indígena permanente y la valorización del ministerio laical, entendido como una auténtica manifestación del Espíritu Santo. También hay un llamado a una mayor participación de las mujeres en la Iglesia.

Reflexión sobre la vocación sacerdotal

El tema de los criterios de admisión al ministerio ordenado se ha retomado en más de un discurso. Hay quienes han instado a la oración por las vocaciones, pidiendo la transformación de la Amazonía en un gran santuario espiritual desde el que elevar la oración al «Maestro de la mies» para que envíe nuevos obreros del Evangelio. La insuficiencia numérica de los presbíteros -se observó- es un problema no sólo amazónico, sino común a todo el mundo católico. De ahí, la llamada a un serio examen de conciencia sobre cómo se vive hoy la vocación sacerdotal. En efecto, la falta de santidad es un obstáculo para el testimonio evangélico: los pastores no siempre llevan consigo el olor de Cristo y acaban ahuyentando a las ovejas que están llamados a conducir.

El perfume de la santidad y de los jóvenes

También se destacó el luminoso ejemplo de los mártires de la Amazonia, como el de dos siervos de Dios asesinados en Mato Grosso: el padre salesiano Rudolf Lunkenbein y el laico Simão Cristino Koge Kudugodu. La conversión ecológica es de hecho, en primer lugar, la conversión a la santidad. La santidad tiene un enorme poder de atracción entre los jóvenes, para quienes se requiere una pastoral renovada, más dinámica y atenta. Se ha pedido que se destaquen los numerosos testimonios de buenos sacerdotes, también a través de los medios de comunicación, y no sólo los escándalos existentes que desgraciadamente ocupan tantas páginas de periódicos. Además, si los flagelos como la violencia, las drogas, la prostitución, el desempleo y el vacío existencial amenazan a las nuevas generaciones, hay que señalar que hay ejemplos positivos de muchos jóvenes católicos.

La memoria del Cardenal Serafim Fernandes de Araújo

Los ojos también se centraron en el tema de la inmigración, que en la Amazonía tiene muchas caras, pero que siempre requiere una acción eclesial coordinada basada en la acogida, la protección, la promoción y la integración. La cuarta congregación presidida por el Papa se abrió con la oración de toda la asamblea por el Cardenal Serafim Fernandes de Araújo, fallecido hoy en Belo Horizonte.

«El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó» (Apoc. 21,4)

LAS HERMANAS DEJESÚS POBRE, NOPODEMO SER INDIFERENTES AL SUFRIMIENTO DE LOS  HERMANOS Y HERMANAS QUE SUFREN, COMO JESÚS NOS ENSEÑA A CADA INSTANTE.

REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE ESTE FIN DE SEMANA

P. Ricardo – 22/6/2025

REFLEXIONES VARIAS

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I SÍNODO ARQUIDIOCESANO – DOCUMENTO FINAL

3 MINUTOS DE RETIRO

MENSAJES DIARIOS DEL PAPA LEÓN XIV

22/6/2025

Cristo es la respuesta de Dios al hambre del hombre, porque su cuerpo es el pan de la vida eterna. Cuando nos alimentamos de Jesús, pan vivo y verdadero, vivimos para Él. Ofreciéndose sin reservas, el Crucificado Resucitado se entrega a nosotros, y de este modo descubrimos que hemos sido hechos para nutrirnos de Dios.

La guerra no resuelve los problemas, sino que los amplifica y produce heridas profundas en la historia de los pueblos, que tardan generaciones en cicatrizar. Ninguna victoria armada podrá compensar el dolor de las madres, el miedo de los niños, el futuro robado. ¡Que la diplomacia haga callar las armas! ¡Que las naciones tracen su futuro con obras de paz, no con la violencia ni conflictos sangrientos!

Hoy más que nunca, la humanidad clama y pide la paz. Es un grito que exige responsabilidad y razón, y no debe ser sofocado por el estruendo de las armas ni por las palabras retóricas que incitan al conflicto. Todo miembro de la comunidad internacional tiene la responsabilidad moral de detener la tragedia de la guerra, antes de que se convierta en una vorágine irreparable. No existen conflictos “lejanos” cuando está en juego la dignidad humana.

Continúan llegando noticias alarmantes desde Oriente Medio, sobre todo desde Irán. En este escenario dramático, que incluye a Israel y Palestina, corre el riesgo de caer en el olvido el sufrimiento diario de la población, especialmente de Gaza y los demás territorios, donde la necesidad de una ayuda humanitaria adecuada es cada vez más urgente.

En la Eucaristía el Señor acoge, santifica y bendice el pan y el vino que ponemos en el altar, junto con la ofrenda de nuestra vida, y los transforma en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sacrificio de amor para la salvación del mundo. Dios se une a nosotros acogiendo con alegría lo que le presentamos y nos invita a unirnos a Él recibiendo y compartiendo con igual alegría su don de amor.

En muchos países se celebra la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, el Corpus Domini, y el Evangelio De Hoy narra el milagro de los panes y los peces (Lc 9,11-17). Más allá del prodigio, el milagro es un “signo”, y nos recuerda que los dones de Dios, incluso los más pequeños, crecen más cuanto más se comparten.

INTENCIONES DEL PAPA

El Papa León XIV nos invita a profundizar nuestra relación personal con Jesús y a aprender de su Corazón la compasión por el mundo.