“Señor, ¿a quién iremos?”, es una pregunta que implica una duda, pero a la vez conlleva una confesión tácita de fe, una fe que surge de las entrañas de nuestro ser, pasando por encima de dudas, desesperanzas y dolores. La interrogante por el rumbo de nuestra vida, expresada por este mar de voces que cantan, cada una a su manera, su búsqueda existencial, queda respondida en el acorde final, en el cual las voces dejan de cantar separadas para unirse en una exclamación unísona: “si tú eres nuestro amor”, que de este modo adquiere una dimensión universal, y en cierto modo, incluso escatológica.
Dejamos también palabras del P. Cristóbal Fones SJ, compositor de la música de la canción:
Inspirado en la respuesta de Pedro ante la dramática pregunta de Jesús: «¿también ustedes quieren irse?» (Juan 6, 67-68), este canto nos ayuda a tomar conciencia del tesoro de nuestra fe, de la frágil llama que anima nuestro caminar, de la incondicionalidad y hondura del amor del Señor…
¿Quién nos conoce como él, quién sigue esperando en nosotros a pesar de nuestras rebeldías, quién nos recuerda como él la inalienable dignidad de hijos en la que hemos sido engendrados?
Este canto nos centra y nos cobija en una relación fuerte con Jesús, pero también nos lanza a vivir con los demás lo que en este vínculo hemos aprendido.
Pidámosle al Señor que la contemplación de su infinito amor, manifestado en la pasión, muerte y resurrección de Cristo, nos ayude a responder nuestras interrogantes más profundas, a consolar nuestros dolores más insondables, y a orientar el sentido de nuestra vida hacia Él.
Señor, a quién iremos
si tú eres nuestra vida;
Señor, a quién iremos
si tú eres nuestro amor,
si tú eres nuestro amor.
Quién como tú conoce
lo insondable de nuestro corazón;
a quién como a ti le pesan
nuestros dolores, nuestros errores
quién podría amar cómo tú
nuestra carne débil, nuestro barro frágil.
Señor, a quién iremos
si tú eres nuestra vida;
Señor, a quién iremos
si tú eres nuestro amor,
si tú eres nuestro amor.
Quién como tú confía
en la mecha que humea en nuestro interior
quién como tú sostiene
nuestra esperanza malherida
y nuestros anhelos insaciables