PARA HACERLO PRESENTE, PARA CONSTRUIR COMUNIDAD

DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LA COMUNIDAD DEL SEMINARIO DE BURGOS (ESPAÑA)

Queridos hermanos obispos,
queridos sacerdotes y seminaristas:

Me alegra poder recibirlos hoy aquí, en la casa de Pedro, y agradezco especialmente a Dios por ver en ustedes dos cosas. La primera, un mosaico de razas, culturas, edades que se han encontrado para responder juntos a la llamada de Jesús al sacerdocio ministerial. La segunda, el hecho de que se estén formando en un lugar del mundo que tal vez para muchos fuese impensable; una tierra rica de historia y tradición, de gentes recias “por el clima y las costumbres”, pero que ahora ustedes definen como “la España vaciada”. Y me viene aquello tan lindo del Mío Cid cuando habla de Burgos: “Mío Cid Ruy Díaz por Burgos entróse, en su compañía sesenta pendones, salíanlo a ver mujeres y varones; burgueses y burguesas están en los balcones”.Esto siempre me viene cuando hablo de Burgos. Y estuve allí, estuve visitando en el año 70 al Arzobispo de entonces, que era pariente de un tío político mío. Así que recuerdo bien Burgos.

Al reflexionar sobre la razón por la que Dios nos ha traído al lugar donde estamos, es bueno que recordemos el pasaje de san Lucas en el que Jesús envía a sus discípulos «a donde pensaba ir Él» (Lc 10,1). Es un buen criterio de discernimiento y de examen, pues lo podemos traducir a nuestra realidad, con unas simples palabras: “Jesús me quiere en esta tierra vaciada para llenarla de Dios”, es decir, para que lo haga presente entre mis hermanos, para que construya comunidad, construya Iglesia, Pueblo.

Antes que nada, este propósito se realiza siendo un grupo heterogéneo que sabe de acogida y de enriquecimiento mutuo. Sin caridad a Dios y a los hermanos, sin caminar de “dos en dos” —como sigue diciendo el evangelista— no podemos llevar a Dios.

Después, manifestar al Señor una disponibilidad absoluta, “rogándole” que nos “envíe” a nosotros, aunque parezcamos poco ante un trabajo —la mies— tan grande. Y esto es muy importante. Y después la actitud de abandono y confianza, que el vacío sólo se haga en nuestro corazón para acoger a Dios y al hermano. Esta sería la tercera cosa. Desprendiéndonos de las falsas seguridades humanas.

Tener a Dios en nosotros nos llena de paz, una paz que podemos comunicar, que podemos llevar a todos los pueblos y ciudades, desear para cada hogar. De ese modo llenarán con su luz los campos que ahora parecen yermos, fecundándolos de esperanza. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide.

Papa Francisco
27 de abril de 2024

«El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó» (Apoc. 21,4)

LAS HERMANAS DEJESÚS POBRE, NOPODEMO SER INDIFERENTES AL SUFRIMIENTO DE LOS  HERMANOS Y HERMANAS QUE SUFREN, COMO JESÚS NOS ENSEÑA A CADA INSTANTE.

REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE ESTE FIN DE SEMANA

P. Ricardo – 22/6/2025

REFLEXIONES VARIAS

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I SÍNODO ARQUIDIOCESANO – DOCUMENTO FINAL

3 MINUTOS DE RETIRO

MENSAJES DIARIOS DEL PAPA LEÓN XIV

22/6/2025

Cristo es la respuesta de Dios al hambre del hombre, porque su cuerpo es el pan de la vida eterna. Cuando nos alimentamos de Jesús, pan vivo y verdadero, vivimos para Él. Ofreciéndose sin reservas, el Crucificado Resucitado se entrega a nosotros, y de este modo descubrimos que hemos sido hechos para nutrirnos de Dios.

La guerra no resuelve los problemas, sino que los amplifica y produce heridas profundas en la historia de los pueblos, que tardan generaciones en cicatrizar. Ninguna victoria armada podrá compensar el dolor de las madres, el miedo de los niños, el futuro robado. ¡Que la diplomacia haga callar las armas! ¡Que las naciones tracen su futuro con obras de paz, no con la violencia ni conflictos sangrientos!

Hoy más que nunca, la humanidad clama y pide la paz. Es un grito que exige responsabilidad y razón, y no debe ser sofocado por el estruendo de las armas ni por las palabras retóricas que incitan al conflicto. Todo miembro de la comunidad internacional tiene la responsabilidad moral de detener la tragedia de la guerra, antes de que se convierta en una vorágine irreparable. No existen conflictos “lejanos” cuando está en juego la dignidad humana.

Continúan llegando noticias alarmantes desde Oriente Medio, sobre todo desde Irán. En este escenario dramático, que incluye a Israel y Palestina, corre el riesgo de caer en el olvido el sufrimiento diario de la población, especialmente de Gaza y los demás territorios, donde la necesidad de una ayuda humanitaria adecuada es cada vez más urgente.

En la Eucaristía el Señor acoge, santifica y bendice el pan y el vino que ponemos en el altar, junto con la ofrenda de nuestra vida, y los transforma en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sacrificio de amor para la salvación del mundo. Dios se une a nosotros acogiendo con alegría lo que le presentamos y nos invita a unirnos a Él recibiendo y compartiendo con igual alegría su don de amor.

En muchos países se celebra la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, el Corpus Domini, y el Evangelio De Hoy narra el milagro de los panes y los peces (Lc 9,11-17). Más allá del prodigio, el milagro es un “signo”, y nos recuerda que los dones de Dios, incluso los más pequeños, crecen más cuanto más se comparten.

INTENCIONES DEL PAPA

El Papa León XIV nos invita a profundizar nuestra relación personal con Jesús y a aprender de su Corazón la compasión por el mundo.