La Iglesia renueva, en el mismo lugar y con el mismo espíritu, el fuerte compromiso firmado el 16 de noviembre de 1965, pocos días antes del cierre del Concilio Vaticano II. Ese fue el día en que cuarenta y dos padres conciliares celebraron la Eucaristía en las Catacumbas de Domitila para pedirle a Dios la gracia de «ser fieles al espíritu de Jesús» al servicio de los pobres. Se firma el documento «Pacto por una Iglesia Sierva y Pobre»: el compromiso asumido es el de colocar a los pobres en el centro del ministerio pastoral. Al texto, también llamado «Pacto de las Catacumbas», se unieron más de 500 padres del consejo.
Pasajes conciliares y nuevos caminos.
Después de 54 años, el legado de los padres conciliares fue recogido por un grupo de participantes en el Sínodo de los Obispos para la región Pan-Amazónica centrado en el tema: «Nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral». El espíritu de aquel día vivido en 1965 en las Catacumbas de Domitila se renovó. Esta mañana, el cardenal Claudio Hummes, relator general en el Sínodo para la Amazonía, presidió la Santa Misa en el mismo lugar, el cementerio subterráneo más grande y antiguo de Roma. Y justo en las Catacumbas de Domitila, estableciendo un fuerte vínculo con el documento firmado en 1965, se firmó un documento titulado «Pacto de las catacumbas para la casa común». Por una Iglesia con rostro amazónico, pobre y servidor, profético y samaritano”.