Historia Laudato Si’

Camerún: cuidado de la creación como empeño contra la malnutrición

En el país africano, el 39% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. En la región del Extremo Norte, Caritas de Yagoua ha puesto en marcha un proyecto para luchar contra la malnutrición infantil utilizando hojas y semillas de la planta de moringa, rica en proteínas, vitaminas y sales minerales. El coordinador, el misionero italiano Fabio Mussi, dice que se siente directamente interpelado por la Laudato si’ del Papa Francisco

Giada Aquilino – Ciudad del Vaticano

Partir «de la experiencia local», con «gestos concretos», «desde abajo», para probar nuevas vías en la lucha contra la «tragedia de la malnutrición en África». Por este empeño, el Hermano Fabio Mussi, coordinador de Caritas de la Diócesis de Yagoua, en la región del Extremo Norte de Camerún, dice sentirse directamente «interpelado» por la Laudato si’ del Papa Francisco y por el llamamiento del Pontífice a realizar acciones capaces de confirmar que el ser humano todavía es capaz de «intervenir positivamente» en la salvaguarda de la casa común, haciendo brotar «gestos de generosidad, solidaridad y cuidado». El misionero laico del PIME, originario de Lissone (Monza-Brianza), lleva 11 años trabajando en un país donde el 39% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza: Naciones Unidas, en el Índice de Desarrollo Humano de 2019, sitúa a Camerún en el puesto 150 de 189.

La acción de Caritas de Yagoua

Las hambrunas, los cambios climáticos, las inestabilidades territoriales en las zonas anglófonas, las violencias contra niños, familias y comunidades enteras, y las invasiones de los extremistas islámicos nigerianos de Boko Haram siguen amenazando a la población y la economía de Camerún, predominantemente agrícola.

Una de las escuelas construidas por Caritas en Yagoua

Una de las escuelas construidas por Caritas en Yagoua

En este contexto se inserta la acción de Caritas, en particular la de Yagoua, que desde hace tiempo lleva a cabo proyectos hídricos, para la construcción y reparación de pozos de agua (100 instalaciones nuevas y 80 reformadas cada año); educativos, con 32 escuelas, entre ellas primarias y de párvulos, 7 centros de formación profesional y 2 institutos, para unos 10.000 alumnos; sanitarios, con varios dispensarios y un hospital diocesano en Tulum, a unos 60 kilómetros de Yagoua; de asistencia a los desplazados y refugiados; de lucha contra la malnutrición: a lo largo de los años, en colaboración con el Programa Mundial de Alimentos, la Caritas local ha gestionado un proyecto de asistencia a 12.000 niños en la zona del Lago Chad, distribuyendo kits suplementos dietéticos importados por las agencias de la ONU.

Emergencias

«En el Extremo Norte de Camerún – explica el misionero italiano a Vatican News –tenemos una tasa de malnutrición aguda o severa que supera el promedio nacional”. En el país, 6 de cada 10 regiones tienen una tasa de retraso del crecimiento y malnutrición crónica superior al 30%: en la región donde trabaja el Hermano Mussi es del 40%. «Se calcula que hay más o menos 40.000 niños con bajo peso que necesitan ser tratados. Hay que decir que estos son los casos que se han comprobado, no está dicho que ésta sea la situación real, porque en muchas realidades, dadas las inseguridades y los problemas generales, el promedio puede ser mucho mayor. A este estado de cosas se suma el hecho de que en 2020 también tuvimos fuertes inundaciones, con zonas que perdieron las cosechas, también por el paso de paquidermos, elefantes e hipopótamos». En una zona en la que la periferia parece haber mitigado al menos los efectos de la pandemia del Covid-19, enfermedades como la malaria y el cólera son sin embargo «normales», dice el misionero, y no son pocos los casos de meningitis, sobre todo «en el período comprendido entre febrero y marzo, cuando hay calor y sequía y sopla el viento del desierto».

Una solución endógena

«Sólo con examinar la situación y los índices de malnutrición en nuestras zonas, nos dimos cuenta – añade el coordinador de Caritas de la Diócesis de Yagoua – de que el único sistema eficaz para nosotros es actualmente la distribución de suplementos dietéticos, que de momento son importados. Pero nos preguntamos – continúa – hasta cuándo podrá continuar este estado de cosas, porque los suplementos cuestan dinero y es difícil hacerlos llegar hasta aquí. Existen las agencias internacionales de las Naciones Unidas que intervienen en la lucha contra la inseguridad alimentaria y la malnutrición, pero – se pregunta el Hermano Fabio – cuando estas organizaciones desaparezcan ¿se podrá seguir luchando contra la malnutrición con los mismos productos importados?». “Estudiando las experiencias del lugar y de otros países vecinos – continúa – vimos que hay soluciones locales y endógenas. Lo más factible nos pareció utilizar una planta local, bastante extendida, pero no explotada: la moringa. Es un arbusto que tiene todas las propiedades para dar un complemento de valores nutricionales a los niños, sin grandes gastos».

Cultivo de la moringa

Cultivo de la moringa

La planta de moringa

La moringa, explica el misionero, «es un árbol originario de la India, pero presente aquí desde hace décadas. Resiste las temperaturas tropicales y también la sequía. Además, crece rápidamente y produce hojas y semillas ricas en proteínas vegetales, oligoelementos y vitaminas. Así, fomentando el cultivo y la producción local, se podría conseguir un resultado muy bueno. Además, estas hojas o granos no necesitan ser tratados: basta con dejarlos secar y utilizarlos en la alimentación, ya sea combinándolos con los alimentos que se van a cocinar, o utilizándolos como té o infusiones. Por los datos que tenemos en la mano, probados en otros países africanos y verificados por varias universidades, bastaría con que los niños desnutridos fueran tratados con una cucharadita de polvo de harina de moringa cada día durante tres meses, para recuperar fuerzas y peso». La FAO señala que las hojas de moringa son ricas en proteínas, vitaminas A, B y C y minerales, y recomienda su uso para las mujeres embarazadas, las madres que amamantan y los niños pequeños.

Árbol de la moringa

Árbol de la moringa

La Laudato si’ y el proyecto piloto

El Papa Francisco – subraya el Hermano Mussi – «sienta las bases de nuestro compromiso por y en la casa común comenzando por el reconocimiento de los derechos de los demás», para desembocar en un «camino ético y espiritual» que, a través de diversos aspectos de la actual crisis ecológica, atesore también los «mejores frutos de la investigación científica disponible hoy.» Las palabras del Papa – observa – invitan a valorar los resultados de la experiencia y del progreso científico, adaptándolos a las diferentes situaciones de la vida para el bien de todos. «Todo cambio necesita una motivación y un recorrido educativo», señala el Pontífice. “Para nosotros, esto significa que a veces es necesario no conformarse con soluciones prefabricadas, sino buscar otras nuevas, más coherentes con los valores propuestos por la encíclica”. En esta perspectiva, prosigue, Caritas de Yagoua está llevando a cabo el proyecto piloto sobre la moringa.

El Hermano Mussi y las personas que participan en el proyecto de la moringa

El Hermano Mussi y las personas que participan en el proyecto de la moringa

«Planeamos experimentar nosotros mismos con el cultivo de la planta, ya a partir de junio de 2019. Al contar con granjas y animadores agrícolas, distribuimos semillas que dieron lugar a unas 500 plantas de moringa: recogimos las hojas y las redujimos a harina, para luego preparar bolsitas de 50 gramos, cuyo coste sería de 500 francos CFA, es decir, 80 céntimos de euro. A partir de septiembre de 2020, iniciamos la distribución gratuita a algunas mujeres que son seguidas en los centros donde trabajamos, centros de salud de inspiración católica. Así, las madres que tienen hijos con problemas de malnutrición pueden recibir tanto las plantitas como las semillas para cultivar los arbustos y obtener ellas mismas los productos directamente, haciéndose autónomas». Porque es importante que «los conocimientos sobre el tratamiento de ciertas urgencias, como la malnutrición, se transmitan a estas mujeres que, aunque a menudo son analfabetas, son muy conscientes de que tratar bien a sus hijos significa garantizar una mejor perspectiva de vida para todos».

«El tarro de harina no se agotará ni el frasco de aceite se vaciará, hasta el día en que el Señor haga llover sobre la superficie del suelo» (Rey.17,14)

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He recibido una carta de un joven de Ucrania que escribe: “Padre, cuando recuerde nuestros mil días de sufrimiento, recuerde también los mil días de amor, porque solo el amor, la fe y la esperanza dan un verdadero sentido a las heridas”.

Cuando los niños son acogidos, amados, custodiados, tutelados, la familia está sana, la sociedad mejora, el mundo es más humano.

San Agustín decía: «Si amas la unidad, todo lo que en ella es poseído por alguien, ¡lo posees tú también!».