EL PAPA FRANCISCO A LOS JÓVENES

A vosotros, jóvenes, os renuevo la tarea de poner la fraternidad en el centro de la economía. Nunca como en este tiempo hemos sentido la necesidad de contar con jóvenes que sepan, mediante el estudio y la práctica, demostrar que existe una economía diferente. No os desaniméis: dejaos guiar por el amor del Evangelio, que es el motor de todo cambio y que nos exhorta a entrar en las heridas de la historia y a resurgir. Lanzaos con creatividad a la construcción de nuevos tiempos, sensibles a la voz de los pobres y comprometidos con su inclusión en la construcción de nuestro futuro común. Nuestro tiempo, por la importancia y la urgencia que tiene la economía, necesita una nueva generación de economistas que vivan el Evangelio en las empresas, las escuelas, las fábricas, los bancos, dentro de los mercados. Seguid el testimonio de aquellos nuevos mercaderes a los que Jesús no echa del templo, porque sois sus amigos aliados de su Reino.

Queridos jóvenes, haced que emerjan vuestras ideas y vuestros sueños y, a través de ellos, llevad al mundo, a la Iglesia y a otros jóvenes la profecía y la belleza de las que sois capaces. No sois el futuro, sois el presente. Otro presente. El mundo necesita vuestro valor. Ahora.

Encuentro del Papa Francisco con los jóvenes desde el Teatro Lyrick de Asís. (Vatican Media)

«El tarro de harina no se agotará ni el frasco de aceite se vaciará, hasta el día en que el Señor haga llover sobre la superficie del suelo» (Rey.17,14)

Lecturas del Domingo XXXII del Tiempo Ordinario (Ciclo 'B', 2024) –  Comunidad Católica Latina en Bangkok

LA HOMILÍA EN LA PARROQUIA

Diego – 17/11/2024

REFLEXIONES VARIAS

CÁRITAS PARROQUIAL

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I SÍNODO ARQUIDIOCESANO – DOCUMENTO FINAL

3 MINUTOS DE RETIRO

MENSAJES DIARIOS DEL PAPA

He recibido una carta de un joven de Ucrania que escribe: “Padre, cuando recuerde nuestros mil días de sufrimiento, recuerde también los mil días de amor, porque solo el amor, la fe y la esperanza dan un verdadero sentido a las heridas”.

Cuando los niños son acogidos, amados, custodiados, tutelados, la familia está sana, la sociedad mejora, el mundo es más humano.

San Agustín decía: «Si amas la unidad, todo lo que en ella es poseído por alguien, ¡lo posees tú también!».