El 22 de octubre falleció en Lima el filósofo y teólogo Gustavo Gutiérrez, así lo informó la Provincia Dominicana de Perú.
“Desde la Conferencia Episcopal Peruana nos unimos al pesar de toda la Iglesia peruana, la comunidad dominica y el mundo entero, por el eterno descanso del Padre Gustavo Gutiérrez, defensor incansable de la opción preferencial por los pobres, quien partió a la Casa del Padre este martes 22 de octubre”, expresa la iglesia peruana en su página web.
“Fue un defensor incansable de la opción preferencial por los pobres, frase que él acuñó y que se integró al Magisterio de la Iglesia como un camino fundamental para vivir nuestra fe”, manifestó también por su parte el cardenal electo Carlos Castillo, arzobispo de Lima.
“Este amigo nuestro, sacerdote peruano, acompañó a la Iglesia durante toda su vida, siendo fiel en los momentos más difíciles, recordándonos siempre que el verdadero pastor debe cuidar de sus ovejas, especialmente, de los pobres”, dijo el arzobispo Castillo.
El cardenal electo recordó que ya “Juan Pablo II reconoció que la opción preferencial por los pobres no es exclusiva ni es excluyente, pero es firme e irrevocable”. Y, el Papa Francisco -dijo Castillo-: “nos muestra que ese camino es un camino prometedor, sabiendo que el Evangelio es el primero que contiene esa opción”.
El arzobispo de Lima menciona que el aporte que el aporte de Gustavo Gutiérrez abrió el camino a la esperanza liberadora de los pobres y los pequeños, la esperanza liberadora que Jesucristo abre a toda la humanidad a través de los pobres y pequeños.
El mensaje de Francisco por su 90 cumpleaños
Con motivo del 90 cumpleaños del religioso, nacido en 1928 en Lima, el Papa Francisco le había enviado una carta, en la que destacaba su «servicio teológico» y le agradecía sus «fatigas» y su manera de «interpelar la conciencia de cada uno, para que nadie permanezca indiferente ante el drama de la pobreza y la exclusión».
Estudios y libros
Numerosas obras han sido escritas por el teólogo en las últimas cuatro décadas, empezando por la principal Teología de la Liberación, publicada en 1971. En ella, antiguo estudiante de medicina y literatura en Perú, luego de psicología y filosofía en Lovaina, Bélgica, y de nuevo de teología en la Universidad Católica de Lyon, Roma y París, teorizó una liberación política y social, es decir, la eliminación de las causas inmediatas de la pobreza y la injusticia; una liberación humana, es decir, la emancipación de los marginados y oprimidos; una liberación teológica del egoísmo y del pecado. El dolor social de América Latina, las enseñanzas del Concilio y, como se ha dicho, la referencia constante al Evangelio animaron estas reflexiones que luego se explicitaron en otros muchos volúmenes.
El volumen a cuatro manos con el cardenal Müller
Uno de los últimos fue Dalla parte dei poveri. Teologia della liberazione, teologia della Chiesa (Edizioni Messaggero – Editrice Missionaria Italiana), publicado en 2013 y escrito con el entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Gherard Ludwig Müller. Teólogos, vaticanistas y enterados acogieron el libro como un hecho singular: una obra a cuatro manos entre uno de los máximos exponentes de la Teología de la Liberación y el prefecto de aquel antiguo Santo Oficio que precisamente sobre esta corriente se expresó con dos instrucciones en los años ochenta. Entre ambos existía, sin embargo, una antigua amistad, así como una preocupación común por el desarrollo de la economía mundial y de la teología europea. Así lo explicaron ellos mismos en Roma, en una concurrida presentación en la Via della Conciliazione, que terminó con el regalo al cardenal alemán de un poncho característico de los campesinos pobres de los Andes peruanos.
«Iglesia samaritana»
Quedan impresionadas las palabras que Gutiérrez pronunció en el acto, hablando de una «Iglesia samaritana», síntesis de la idea de servicio tomada de la parábola del «Buen Samaritano» querida por el Papa Francisco. Una parábola que, dijo el teólogo, incita a reflexionar sobre «¿Quién es mi prójimo?», pero también sobre «¿Quién se ha convertido en mi prójimo?». Müller, por su parte, compartió el camino que le llevó a tener una particular sensibilidad hacia el tema de la pobreza: desde sus humildes comienzos en Maguncia con un padre obrero en una fábrica y una madre ama de casa con cinco hijos, pasando por su experiencia en los años 80 en medio de gente sin comida, agua, ropa y atención médica, hasta su episcopado en Ratisbona, con muchos sacerdotes de países pobres de todo el mundo. Experiencias de las que el cardenal había madurado la convicción de que la Iglesia es un sacramento de salvación para y entre los hombres, y que su acción sólo puede ser de evangelización y también de liberación. Lo que Gustavo Gutiérrez trató de afirmar durante años.