CUARESMANDO CON EL OBISPO JORGE

8. ¿Cómo los conmovería verlo alegre en esos momentos de risas compartidas y llenas de felicidad? ¿Y cómo cuando estaría serio, adusto, reservado, pensativo, dolido? ¿Qué les provocaría sus enseñanzas sobre la Ley, sobre los salmos, los profetas? ¿Cómo vivirían los momentos en los que los corregiría en sus maneras de ver, de pensar y de sentir, cuando se alejaban del Reino? ¿Cómo aprendieron a rezar el Padrenuestro? ¿Qué les pasaría por su cabeza y por su corazón al estar en medio de tantas situaciones llenas de la densidad e intensidad como las que tiene la vida, pero vividas a su lado? ¿Qué les provocaría la relación con su madre? Me imagino algunas charlas entre Jesús y su mamá, su “Ima”, llenas de intimidad, de cariño, de respeto y de la veneración propia de un hijo obediente y dócil a la voz de Ella que tanto lo amaba. Aprenderían a amarla también a Ella como a su propia madre. Aprenderían a vivir asombrados, admirados, sorprendidos, maravillados y también llenos de preguntas, con una fascinación extraña propia del que se entrega y al mismo tiempo siente en su carne la propia pequeñez, impotencia y que todo le queda grande.

Nuevamente la cercanía de Jesús. ¿La sentimos? ¿La buscamos?

¿Sentimos que podríamos ser nosotros, junto con Jesús, los protagonistas de las preguntas que el Obispo Jorge pensó?

«El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó» (Apoc. 21,4)

LAS HERMANAS DEJESÚS POBRE, NOPODEMO SER INDIFERENTES AL SUFRIMIENTO DE LOS  HERMANOS Y HERMANAS QUE SUFREN, COMO JESÚS NOS ENSEÑA A CADA INSTANTE.

REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE ESTE FIN DE SEMANA

P. Ricardo – 22/6/2025

REFLEXIONES VARIAS

AGENDA

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I SÍNODO ARQUIDIOCESANO – DOCUMENTO FINAL

3 MINUTOS DE RETIRO

MENSAJES DIARIOS DEL PAPA LEÓN XIV

22/6/2025

Cristo es la respuesta de Dios al hambre del hombre, porque su cuerpo es el pan de la vida eterna. Cuando nos alimentamos de Jesús, pan vivo y verdadero, vivimos para Él. Ofreciéndose sin reservas, el Crucificado Resucitado se entrega a nosotros, y de este modo descubrimos que hemos sido hechos para nutrirnos de Dios.

La guerra no resuelve los problemas, sino que los amplifica y produce heridas profundas en la historia de los pueblos, que tardan generaciones en cicatrizar. Ninguna victoria armada podrá compensar el dolor de las madres, el miedo de los niños, el futuro robado. ¡Que la diplomacia haga callar las armas! ¡Que las naciones tracen su futuro con obras de paz, no con la violencia ni conflictos sangrientos!

Hoy más que nunca, la humanidad clama y pide la paz. Es un grito que exige responsabilidad y razón, y no debe ser sofocado por el estruendo de las armas ni por las palabras retóricas que incitan al conflicto. Todo miembro de la comunidad internacional tiene la responsabilidad moral de detener la tragedia de la guerra, antes de que se convierta en una vorágine irreparable. No existen conflictos “lejanos” cuando está en juego la dignidad humana.

Continúan llegando noticias alarmantes desde Oriente Medio, sobre todo desde Irán. En este escenario dramático, que incluye a Israel y Palestina, corre el riesgo de caer en el olvido el sufrimiento diario de la población, especialmente de Gaza y los demás territorios, donde la necesidad de una ayuda humanitaria adecuada es cada vez más urgente.

En la Eucaristía el Señor acoge, santifica y bendice el pan y el vino que ponemos en el altar, junto con la ofrenda de nuestra vida, y los transforma en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sacrificio de amor para la salvación del mundo. Dios se une a nosotros acogiendo con alegría lo que le presentamos y nos invita a unirnos a Él recibiendo y compartiendo con igual alegría su don de amor.

En muchos países se celebra la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, el Corpus Domini, y el Evangelio De Hoy narra el milagro de los panes y los peces (Lc 9,11-17). Más allá del prodigio, el milagro es un “signo”, y nos recuerda que los dones de Dios, incluso los más pequeños, crecen más cuanto más se comparten.

INTENCIONES DEL PAPA

El Papa León XIV nos invita a profundizar nuestra relación personal con Jesús y a aprender de su Corazón la compasión por el mundo.