«Ser sacerdote es amar y amar de nuevo
es dar al fin con el sentido de lo eterno
Es entregar el corazón sincero
para que se consuma en el dolor a fuego lento«
Con estos versos Cacho iniciaba una poesía sobre el sacerdocio que fue publicada en el libro «Cacho, gracia, paz y alegría», recopilación de escritos, pensamientos, situaciones, anécdotas que compartieron muchos que lo conocieron, y especialmente lo vivido por el P. Luis Jáuregui que compartió con él la tarea sacerdotal en la Parroquia Sagrado Corazón de Luján.
Transcribimos uno de los textos del libro que pueden servirnos en nuestra vida parroquial y comunitaria:
«Otro pecado muy frecuente con el amor es el juicio, la murmuración, la crítica del prójimo. El juicio es de Dios, a nosotros nadie nos constituyó jueces. Si Cristo nos juzgara como merecemos, no queda nadie. Si Él es misericordioso, quienes somos nosotros para juzgar. Más aún, cuántas veces nuestros juicios son falsos, faltos de fundamento y nada más que producto de nuestra antipatía, de nuestro amor propio o de nuestro modo de pensar que no coincide con el que me atrevo a juzgar.
El remedio para esto es la corrección fraterna, como enseña Jesús en Mateo 18,15-21. Este es el espíritu en el que se deben solucionar los conflictos entre las personas. Perdonar los pecados es poder dado a los ministros de la Iglesia, pero el espíritu de perdón debe reinar en toda la comunidad. Todos nosotros, cada uno con cada uno, y cada uno con los demás es responsable del perdón para que vuelva a reinar el amor y la armonía. ¡Cosa de ellos!, ¡cosa de él!, solemos decir, y no. Siempre hay tiempo para la reconciliación. El conocer más al otro, el voltear prejuicios, decir lo que puede hacer bien, palabras lindas, que edifiquen, saber escuchar. Muchas veces el tiempo invertido en una conversación, por difícil que sea hablar de ciertos temas, ahorra un sinfín de sufrimientos y de manoseos comunitarios que no le hacen bien a nadie.
Es mejor pelearse de cerca con amor, que quererse de lejos con indiferencia.
LOS CRISTIANOS TENEMOS UNA GRAN DEUDA CON LA HUMANIDAD: LA DE ENSEÑAR CÓMO SE AMA AL PRÓJIMO A TRAVÉS DE NUESTRO AMOR».




