CUARESMANDO CON EL OBISPO JORGE

30. Meditar su Palabra con frecuencia es una las deudas más serias que tenemos los cristianos.
Vivimos de la Palabra meditada por otros, es decir, la meditación de la Palabra que hacen los sacerdotes, los catequistas o tantos comentaristas que hoy están al alcance de la mano y vienen a nosotros por internet y el celular. Les confieso que algunas meditaciones me parecen sabrosas y sustanciales, pero muchas que he escuchado cuando alguien me las manda, me parecen superficiales e insustanciales, lejos de la fuerza que la misma Palabra tiene y además, muy alejadas del Magisterio Pastoral y de lo que el Concilio Vaticano II ha soñado de la Iglesia. Es como si le echaran tanta agua que terminan lavando todo y más que quedarnos con el rostro de Jesús, nos quedamos con el rostro del que está hablando, y me parece que eso buscan.

¡Animate a hacer tu meditación de la Palabra! Sacale el jugo sabroso que la Palabra tiene para vos. Alimentate con Ella. ¡Anímense a meditar la Palabra de Dios juntos, en pequeños grupos! ¡Cuánto bien nos haría a todos! Porque estoy convencido que una Iglesia de la Palabra, es una Iglesia crecida, madura, libre y comprometida. Una Iglesia de la profecía, la profecía de la Palabra.

¿Cómo es nuestro contacto directo con la Palabra?

¿Nos damos tiempo para ir al mensaje original presente en los textos sagrados? ¿O reemplazamos la tarea de ver lo que Dios me está diciendo, con las voces de comentaristas que procesan y entregan reflexiones genéricas?

Cuando reenviamos reflexiones de estos comentaristas, ¿lo hacemos porque afianzan nuestra manera de pensar, sin tener en cuenta lo que la palabra viva puede estar diciendo a aquellos destinatarios de nuestros envíos?

¿Verdaderamente creemos que Dios me habla personalmente en su Palabra?

«El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó» (Apoc. 21,4)

LAS HERMANAS DEJESÚS POBRE, NOPODEMO SER INDIFERENTES AL SUFRIMIENTO DE LOS  HERMANOS Y HERMANAS QUE SUFREN, COMO JESÚS NOS ENSEÑA A CADA INSTANTE.

REFLEXIÓN DE LA PALABRA DE ESTE FIN DE SEMANA

P. Ricardo – 22/6/2025

REFLEXIONES VARIAS

AGENDA

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I SÍNODO ARQUIDIOCESANO – DOCUMENTO FINAL

3 MINUTOS DE RETIRO

MENSAJES DIARIOS DEL PAPA LEÓN XIV

22/6/2025

Cristo es la respuesta de Dios al hambre del hombre, porque su cuerpo es el pan de la vida eterna. Cuando nos alimentamos de Jesús, pan vivo y verdadero, vivimos para Él. Ofreciéndose sin reservas, el Crucificado Resucitado se entrega a nosotros, y de este modo descubrimos que hemos sido hechos para nutrirnos de Dios.

La guerra no resuelve los problemas, sino que los amplifica y produce heridas profundas en la historia de los pueblos, que tardan generaciones en cicatrizar. Ninguna victoria armada podrá compensar el dolor de las madres, el miedo de los niños, el futuro robado. ¡Que la diplomacia haga callar las armas! ¡Que las naciones tracen su futuro con obras de paz, no con la violencia ni conflictos sangrientos!

Hoy más que nunca, la humanidad clama y pide la paz. Es un grito que exige responsabilidad y razón, y no debe ser sofocado por el estruendo de las armas ni por las palabras retóricas que incitan al conflicto. Todo miembro de la comunidad internacional tiene la responsabilidad moral de detener la tragedia de la guerra, antes de que se convierta en una vorágine irreparable. No existen conflictos “lejanos” cuando está en juego la dignidad humana.

Continúan llegando noticias alarmantes desde Oriente Medio, sobre todo desde Irán. En este escenario dramático, que incluye a Israel y Palestina, corre el riesgo de caer en el olvido el sufrimiento diario de la población, especialmente de Gaza y los demás territorios, donde la necesidad de una ayuda humanitaria adecuada es cada vez más urgente.

En la Eucaristía el Señor acoge, santifica y bendice el pan y el vino que ponemos en el altar, junto con la ofrenda de nuestra vida, y los transforma en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sacrificio de amor para la salvación del mundo. Dios se une a nosotros acogiendo con alegría lo que le presentamos y nos invita a unirnos a Él recibiendo y compartiendo con igual alegría su don de amor.

En muchos países se celebra la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, el Corpus Domini, y el Evangelio De Hoy narra el milagro de los panes y los peces (Lc 9,11-17). Más allá del prodigio, el milagro es un “signo”, y nos recuerda que los dones de Dios, incluso los más pequeños, crecen más cuanto más se comparten.

INTENCIONES DEL PAPA

El Papa León XIV nos invita a profundizar nuestra relación personal con Jesús y a aprender de su Corazón la compasión por el mundo.