La Virgen vuelve a su Gruta
Salazar, al amanecer de un día de tantos, antes de comenzar sus faenas, llegó a visitar a su “Reinecita Morena”, pero no la encontró. No se desconcertó pensando que su mujer sabría de Ella, tal vez la habría cambiado de lugar o prestado a algún vecino. Su mujer aseguró haberla visto la noche anterior y no sabía que hubiera entrado alguien en la casa.
Entonces el colono comenzó a dudar del indio. Aquel indio quería mucho a la Imagen. Lo llamó entonces y un tanto inquieto lo interrogó, pero el indio contestó no saber nada. El también la había visto la noche anterior en su repisa.
El Administrador siguió buscándola durante toda la mañana en casa de vecinos y amigos, la buscó por todas partes. ¿Sería posible que se sintiera tan inquieto y triste por no encontrar aquella imagen?.Es que la Madre del Cielo se había adentrado hondamente en su viejo y bondadoso corazón, por intermedio de aquella imagen morenita y sencilla.
¿Estaría de nuevo en su gruta? , se preguntó. Y dirigiéndose hacia allí, llegando al lugar, trepó decididamente hasta el mismo sitio del que sacara la Imagen y prodigiosamente allí estaba. Tal cual la viera la primera vez, sin flores ni cirios ni ningún rastro de alguien que hubiera estado allí antes que él.
Apresuradamente la levantó como si fuera algo vivo, la acarició, la besó reverente y se la llevó de nuevo.
Llegado a su casa la colocó en su sitio, y día y noche multiplicó la vigilancia. Pero todo fue inútil: varias veces debió viajar a la gruta de Choya, a “capturar a la fugitiva” y traerla de nuevo a su casa, regañándola como saben hacerlo los corazones enamorados.
Fuente: Libro “Historia Popular de la Virgen del Valle” del Presbítero Alberto S. Miranda.